sábado, 31 de octubre de 2009

Lo sé


- ¿Y bien?
- ¿De qué me hablas?
- ¿Ya descubriste quién te envío el anónimo?
- Creí que habías sido tú.
- Yo jamás te pediría que hiciéramos el amor. Simplemente lo haría y ya.
- Lo sé.

Y ambos sonrieron. Porque las palabras sobran cuando lo esencial ya ha sido dicho con las miradas.






sábado, 24 de octubre de 2009

La tarde está tequilera




Hace mucho frío... ¡y cómo llueve!

El viento sopla salvajemente -borrasca, le llama mi madre- y suenan con fuerza las gruesas gotas que golpean el techo de lámina que cubre lo que algún día fue la cochera.
Si abro un poco la ventana puedo oler la lluvia... El aire entra en mis pulmones mojado de brisa.


Miro el reloj. Son las seis de la tarde. Sonrío viendo las gotas de lluvia resbalar por la ventana.

Hoy no tengo ganas de salir. Se me antoja quedarme en casa, bajo las cobijas tal vez. Preparar chocolate y ver una película contigo...
Una de suspenso de esas que nos gustan, donde el espectador no sabe quien es el asesino prácticamente hasta que aparecen los créditos; o pedir una pizza y sacar esa botella de vino tinto que guardamos desde el día de tu cumpleaños; o...



-Yo prefiero que hagamos el amor...
-Me encanta cuando me arrebatas las palabras de la boca de ese modo...




Los acuerdos firmados con un beso en los labios y un abrazo en la cama deben ser, sin duda, los más sagrados...



-Oye...
-¿Qué sucede?
-Deja de hablar y bésame...


domingo, 18 de octubre de 2009

A todas


He aquí que convergen dos ideas que han sido pilares en mi formación literaria:

La primera, que he obtenido de las lecturas hechas hasta el día de hoy, tiene que ver con la poesía que está presente en absolutamente todo lo que vemos, lo que sentimos, lo que respiramos. Voltea hacia donde gustes y encontrarás poesía. Si Antonio Machado encontró poesía en Las moscas, como no verla en un atardecer, en el frío de esta mañana, en las cervezas de hace unas horas, en la hermosa luna de la semana pasada, en los ojos de una mujer...

La otra, es una verdad inculcada por mi padre desde que era yo muy jóven.

Una de esas ocasiones en que nos quedábamos conversando hasta altas horas de la noche y poco antes de que mi madre nos regañara por no irnos a dormir, me dice:

-Hijo, si un buen consejo puedo darte es el siguiente: respeta a las mujeres, a todas. Se lo merecen por el simple hecho de ser mujeres...
-¿A todas jefe? ¿Incluso aquellas a las que tú llamas mariposas?
-A todas. Tú no eres quién para juzgarlas. No tienes derecho. No sabes qué circunstancias las obligaron a llegar a esa situación y, lo más importante, todas ellas son madres, amigas, hijas o hermanas... Entiendes eso, ¿no?

Justo estaba recordando esta conversación cuando me encontré este escrito de Jaime Sabines que describe de manera inmejorable las dos ideas que acabo de mencionar:


CANONICEMOS A LAS PUTAS. Santoral del sábado: Bety, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.

Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.

En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.

Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de ti todo el tiempo.


[Jaime Sabines. Recogiendo Poemas. 1997]

¡Salud!


-Por ellas... aunque mal paguen.
-Por ellas... aunque no paguen...
-Por ellas... aunque haya que pagarles...


domingo, 11 de octubre de 2009

¿Cuándo será Sábado otra vez?


Dice Luz de la Aurora que basta de canciones.

Que prefiere que cuente mis aventuras, las reales y las imaginarias, porque esas la divierten más. Que la hacen reir mucho.

Sin embargo, en ocasiones no hay mejor descripción de lo que me sucedió ese día que, precismente, la canción que escojo para el post. Parece que alguien me espía y hace canciones con mi vida.

O -lo que me preocuparía bastante-, tengo una obsesión enfermiza por repetir en la vida real lo que sucede en las canciones.

-Que bueno que no estabas oyendo Living la vida loca... O una de Raphael.
-No, no, no... ¡No! Mejor trataré de ser muy cuidadoso con lo que escucho.

Pero volvió a suceder, ¿quieren una prueba? Es otra -sí, otra- rola del Palomas.


Apenas es Lunes y yo quiero seguir la fiesta,
apenas es Lunes y los Lunes a mi me apestan.
Ay, Lunes ¡Te odio! Los Domingos te detestan.

Apenas es Martes y yo quiero beber cerveza.
Apenas es Martes y me caga tanta tibieza.
No duele, tampoco quema: Los Martes no valen la pena...

Es Miercoles... ¡apenas la puta mitad de la semana!
Es Miércoles, apenas, y yo quiero tomar venganza.
Del Lunes, del pinche Martes, están llenos los restaurantes.

Apenas es Jueves y ya me brilla la mirada,
apenas es Jueves y ya me huele a madrugada...
Ay Jueves, ¡jue-bebes! y ya quiero una puta en mi almohada.

Ay Viernes, ¡Ay Viernes! ¿No tendrás por ahí un venenito?
Ay Viernes, ¡Ay Viernes! Ay Viernes como te necesito...


El Sábado pasó de largo,
pues del Viernes me brinqué al Domingo.
El Sábado pasó sin juez,
¿Cuándo será Sábado otra vez?
¿Cuándo será Sábado otra vez?
¿Cuándo será Sábado otra vez?

[Armando Palomas. Llamadas perdidas. 2005]



PD.¡No vuelvo a tomar!



sábado, 10 de octubre de 2009

Paranoico


Todos saben si te hablo,

me vigilan,

buscan algo.

Y muero de miedo a oscurecer sin ti...

sábado, 3 de octubre de 2009

Algo en los ojos


"No sé que tengo en los ojos, que puros angelitos veo"

Frase utilizada por los mexicanos para hacerle notar a una mujer lo hermosa, radiante o espectacular que se ve. Implica que la aludida luce absolutamente angelical. Y nada más bello que un ángel, ¿o no?

-Momento, ¿que los pinches ángeles no son imaginarios?
-A ver, a ver, quedamos que en este post no ibamos a meternos en cuestiones teológicas...
-Ok.
-Además solo es un ejemplo metafórico, ¿estamos?
-Está bien, continúa...

Y es que, literalmente, eso me sucedíó en estos días: hacía cualquier lado que volteara en la calle, solo chicas hermosas veía. Una tarde incluso, decidí bajarme de la combi para seguir el recorrido a pie por la calle real... Y es que el paisaje era tan espectacular, que no hacerlo hubiese sido un desperdicio.

Así que tengo dos teorías:

Primera, ésta ciudad está plagada de mujeres hermosas o, segunda, soy un calenturiento.

-Le voy más a la segunda.
-¿A ti quién te preguntó?
-Es que este borracho ya va a empezar con sus filosofadas y sus mafufadas.
-Y eso que sólo lleva dos chelas.
-Imagínate si llevara más...
-Me van a dejar terminar o qué?
-Siguele pues.

Todas las mujeres, sin excepción tienen algún rasgo, algo que me es difícil de definir, pero que, como parte de su femineidad, las hace lucir atractivas...

-No todas. Yo no.

Jajaja... Tú también chiquilla. Dije todas. No sé como describirlo, es algo... algo... algo en los ojos. Algo en los ojos que solo las mujeres tienen, y que las vuelve capaces de hacer tartamudear a un hombre con la pura mirada, de que se nos caigan las cosas de la mano, víctimas de ese parpadeo hipnótico que solo las chicas pueden manejar. (Me pregunto si toman clases de eso).

-Te lo dije: ya está borracho.
-Si pues.
-Cállense. Ya habíamos quedado que ustedes no existen. Son producto de mi imaginación, no tienen mis ojos y jamás entenderán lo hermosas que son las mujeres. Todas. Absolutamente todas.


¡Salud por ellas!