viernes, 20 de noviembre de 2009

Ah, pos si...


Hoy es 20 de Noviembre y no se me ocurre nada ligeramente ingenioso para escribir... Creo que he perdido la magia. ¿O será el montón de cosas pendientes de las cuales debería estar ocupándome en lugar de hacerme tarugo en el blog?


Busco, busco, busco... pero no encuentro aportación alguna por parte de las pocas neuronas intactas que ha dejado el alcohol...


En estos casos, siempre me ayudan los libros. ¿Cuál? Dejémoslo al azar: el primero que salga del estante.


Es un libro corrientito, de esos que uno compra cuando estudiante a 5, 10 o, máximo 20 pesos y que resultan, a final de cuentas, ser una muy buena inversión. Delgadito, pobre, sin ediciones de lujo e impreso en papel de la más baja calidad. Se llama Poemas de Amor y, en la página 35, viene uno en particular que me hace reir mucho.


Recuerden es 20 de Noviembre y soy mexicano, así que procuren darle una entonación Revolucionaria cuando lo lean...


-¿Pos por qué me pega Juan?
No sea ansina majadero,
no me jale de las greñas,
ni me pegue en el celebro
pos con los golpes me atonta;
yo no me explico su genio.


¿No me lo traigo aliñao?
¿Ese uniforme tan viejo
a fuerza de remendarlo
no se lo he dejado nuevo
que parece gabardina?


-Si vieja, todo es cierto.
-Entonces, ¿por qué es malhora?
Cuando se encontraba enfermo
dizque de fiebre amarilla,
dispués del vómito negro
y aluego del otro mal
de un color que no recuerdo,
¿no le di todas las noches
su friega del lilimento
y aluego le di calor
con el calor de mi cuerpo?


-Si, vieja, todo es verdad.
-Pues si es verdad no comprendo
el por qué me marteriza...
¿No le doy sus alimentos
que yo misma le preparo?
Y cuando alcanzan los fierros
y a los frijoles de la olla 
la manteca les aumento
¿no se los sirvo refritos
con sus adornos de queso?


-Si, vieja.
-Pos allí está,
y si en todos los terrenos
le cumplo, ¿por qué me pega?
-Por su mal comportamiento
porque dentro del cuartel
todos saben sus secretos
y conocen sus lunares
y otras prendas del cuerpo
ya sabe por qué le pego:
le pego por disuluta...
-¡Canijo! ¡No había pensado!
¡Sólo que sea por eso! 






Tiene lógica, ¿no? Jajaja... ¡Salud!




sábado, 14 de noviembre de 2009

Enfermo

-¿Sabes? Tengo muchas ganas de abrazar a una chica de esas de apariencia anoréxico-bulímica y darle sus buenos besos...
-Enfermo...
-Si... ¡Necrófilo!

sábado, 7 de noviembre de 2009

Odio los antros


-Señor Juez, que quede asentado en el acta, que, de manera oficial y definitiva: Odio los pinches antros.

La primera vez que fui, se llamaban discotecas. En ese tiempo tenía, creo, unos 16 años y, la verdad, nunca me pareció la gran cosa. Pero ahora que volví a pararme en un lugar de esos, lo puedo confirmar: odio esas madres.
Lo primero que es como una patada en las bolas es el mastodonte que suele estar en la entrada, pinche Charly el cadenero (que no sé si sea requisito llamarse asi para aspirar al puesto), al cuál ni conoces, pero le hablas como si fuera tu super cuate, nomás para que te deje entrar antes que las viejas buenonas que llegaron después que tú (lo cual, no te engañes, no sucederá... Y, ¿no se llama eso discriminación?)

Luego el escándalo. No entiendes ni madres de lo que te dicen los que están contigo... o la chava con la que quieres ligar. No se oye nada. Y a veces, la música ni siquiera es tan buena.

-¡Hola!
-¿Qué?
-¡Hola! ¿Cómo estás?
-¿Qué?
-¿Cómo te llamas?
-¿Qué?
-¿Que cómo te llamas? ¿Vienes sola?
-¿Qué?
-Que eres una pinche zorra...
-Si... no inventes, está genial, ¡me encanta esta rola!
-¿...?


Luego los precios... ¡Es carísimo! con lo que cuesta una botella de tequila o de brandy de marca regular, me pondría briago cuatro veces en el bar. El mesero no te lleva una carta, por lo tanto, no puedes estar seguro de que los costos que él te dice sean los verdaderos. Insisto, cuatro veces pedo en el bar, con el mismo presupuesto, eso sin contar, lo agradable del ambiente, el poder platicar con tu compañera o poder disfrutar la música a un volumen más decente, o, al menos, no tan indecente.


¿Y el servicio? ¿Y el servicio? Otro punto para el bar. Aparte de que ya soy cliente, jejeje... pero, aún así, el servicio es mucho mejor...


Todo esto me viene a la mente mientras espero que el maldito mesero regrese con el cambio. Ya me quiero ir... pero estoy disfrutando del paisaje.

Válgame el señor... creo que esto es lo único que vale la pena en los antros: ¡que hermosura de mujeres! ¡Wao!

-Oye, me disculpo por irme tan temprano, pero tengo algunas cosas que hacer todavía. No se te olvide pedir la botella de tequila de 375 ml que viene de promoción con la que compramos, pero dice el mesero que la tenemos que pedir hasta el final (pinche mesero...)
-Ok, pero esa mejor nos la tomamos tú y yo... solos.
-[Ups, eso no me lo esperaba] Claro, corazón... cuando tú quieras.

Parece que a final de cuentas, no estuvo tan mal... Ya no los odio tanto.


PD. Lo que si odio es el brandy... demasiado dulce para mis gustos...
¡Salud!

domingo, 1 de noviembre de 2009

Día de muertos



Tengo, en primera instancia, la maravillosa fortuna de haber nacido mexicano. En segundo lugar, y siguiendo con las circunstancias afortunadas, nací en un estado bastante alejado de la frontera con Estados Unidos. Me imagino que es por esa razón por lo que aquí aún se conservan varias tradiciones populares propias de la región y no tengo que soportar a las hordas de mocosos disfrazados de algún monstruo chafa de película gabacha.

Tal vez me quieran tachar de intolerante -otra vez-, pero, si con los poquitos que hay en la calle me dan ganas de darles una patada en el trasero para que se dejen de pendejadas, imagínense si viviera cerca de la frontera.

Claro que no hay que culpar a los escuincles, sino a las madres de los mismos, que son las que los disfrazan y les inculcan esas cosas en lugar de ponerlos a leer o fomentar la cultura, la verdadera y vasta cultura que hay en este país.

Como botón de muestra, en mi país, México, se cree que este día las personas que han fallecido y habitan el otro mundo, tienen permiso de venir a visitar a sus familiares. Sólo hoy.


¿No es interesante? Pensar que un día al año y después de un largo viaje (no hay vuelos directos)aquellas personas que han muerto vendrán a comer contigo, se sentarán a tu mesa y que necesitan ser guiados, tener una luz que les indique el camino...

También es importante tener su vaso con agua, para que puedan refrescarse después de la travesía, su comida favorita, su jarrito de pulque o de cualquier licor de la preferencia del difunto, para que recuerde los placeres mundanos, de los que se ha privado todo un año... ¡Ah!

Amo nuestras tradiciones.

Y amo también el sentido del humor -el verdadero sentido del humor- con el cual tomamos todas las cosas... incluso la muerte.

Hablando del tema, me late esta rola...



Necrofilia Enamorada


Tumbaré tu tumba con un martillo

y sacaré la tierra de tu agujero.

Pa' esta vez, yo también seré el primero

que se coma a besos tu podrido corazón.

Y quitaré el deshilachado vestido,

blanco, como la luna en el cementerio.

Y ahora estoy a tu lado aqui bebiendo

con una botella que va a dejar de existir.

Limpiaré tus orejas con mis manos,

y lavaré tu ombligo con mi saliva,

y quitaré de tu cara los gusanos,

y trataré de pensar que tú estás viva.

Y mirar esos ojos tan cerrados,

y besar tu boquita tan hinchada,

y morder esa lengua descarnada,

y llevarte serenata al cementerio:

necrofilia enamorada.

Peinaré tu cabeza despeinada,

te cantaré una canción en el oído... si...

y pondré tus manos sobre mi espalda

pa' que sepas que, sin ti, estoy tan frío.

Y tumbaré tu tumba con un martillo,

y sacaré la tierra de tu agujero,

pa' esta vez yo también seré el primero

que se coma a besos

tu podrido corazón.


Y que nos entierren juntos... en la misma tumba.

[Armando Palomas. Llamadas Perdidas. 2007]

¡Salud!