sábado, 26 de febrero de 2011

¿Recuerdas?





¿Recuerdas aquel tiempo, cuándo nos amábamos?

Todo parece tan extraño ahora, tan lejano, como cuando sueñas que has soñado.

¿Te acuerdas que yo deseaba tener una motocicleta y tú siempre insististe en que no, porque era demasiado peligroso?

Pues resulta que me compré una que, aunque un tanto destartalada, cumple con el objetivo y me deja sentir el viento golpeando de lleno en mi cara.

¿Sabes que más recuerdo?

La ocasión en que me pediste, me suplicaste, me exigiste que dejara de ver a mis mejores amigas, porque sentías celos de ellas y mi respuesta ante ello todavía me hace sonreir. Te dije que lo haría y seguí viéndolas a escondidas.

He vuelto a tener libre contacto con ellas, a salir con ellas, a emborracharme con ellas y he conocido a muchas más. Con la salvedad de que ahora no tengo de quien esconderme, porque tú no estás para interferir, molestarte o molestar...

Por cierto, ¿recuerdas que cuando te hablé de mi deseo de ir a un gimnasio, siempre te opusiste?

Hablabas de las viejas casi encueradas que van a lucir el cuerpo y a que los hombres las observen con lujuria.

Pues bien, después de tiempo de no saber de ti, decidí inscribirme a uno que está por mi casa y debo confesar que te entiendo. Ahora sé por qué de tu insistencia en que no fuera.

Sucede que además de las endorfinas que produce el propio cuerpo y generan tanto placer, la vista en ocasiones es insuperable, magnánima, exquisita... ¡Demonios! ¡Vaya que hay mujeres hermosas ahí!

Estuve haciendo memoria de algunas otras cosas que tuve que dejar cuando salía contigo, como el futbol o mis deseos de escribir.

Es gracioso que, en cuanto terminamos, sentí renacer en mi la energía creativa, mi pasión por la literatura, mis ganas de vivir mi libertad.

Mi Libertad...

¿Recuerdas que alguna vez hablamos de lo feliz que sería contigo?


Hoy me volví a dar cuenta de lo feliz que soy sin ti...


sábado, 19 de febrero de 2011

Adán y Eva


Hacía frío. Era ese momento de la mañana cuando la transición entre la noche y el día hace descender la temperatura. Adán despertó.

Eva dormía a su lado, sus pequeños senos desnudos se mecían al compás de su respiración. Adán sonrió ante la contemplación de esa imagen, de ese mar en calma. Pensó en cómo era posible que la tormenta que vivía en el corazón de su compañera le permitiera ser tan apacible y dulce en ese momento. Los labios entreabiertos y el largo cabello despeinado le daban un aspecto salvajemente tierno. Adán estaba sorprendido y maravillado y volvio a sonreir. 

Toda ella era absolutamente contradictoria. Ella. Eva...





ADÁN Y EVA* (Fragmento)



I

-Estábamos en el paraíso. En el paraíso no ocurre nunca nada. No nos conocíamos. Eva, levántate.
-Tengo amor, sueño, hambre. ¿Amaneció?
-Es de día, pero aún hay estrellas. El sol viene de lejos hacia nosotros y empiezan a galopar los árboles. Escucha.
-Yo quiero morder tu quijada.Ven. Estoy desnuda, macerada, y huelo a ti.

Adán fue hacia ella y la tomó. Y parecía que los dos se habían metido en un río muy ancho, y que jugaban con el agua hasta el cuello, y reían, mientras pequeños peces equivocados les mordían las piernas.



IV

Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las  hembras son  más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?
Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquila y tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas. ¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra siempre es más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.



VII

-¿Qué es el canto de los pájaros Adán?
-Son los pájaros mismos que se hacen aire. Cantar es derramarse en gotas de aire, en hilos de aire, temblar.
-Entonces los pájaros están maduros y se les cae la garganta en hojas, y sus hojas son suaves, penetrantes, a veces rápidas. ¿Por qué?, ¿por qué no estoy madura yo?
-Cuando estés madura te vas a desprender de ti misma, y lo que seas de fruta se alegrará, y lo que seas de rama quedará temblando. Entonces lo sabrás. El sol no te ha penetrado como al día, estás amaneciendo.
-Yo quiero cantar. Tengo un aire apretado, un aire de pájaro y de mi. Yo voy a cantar.
-Tú estás cantando siempre sin darte cuenta. Eres igual que el agua. Tampoco las piedras se dan cuenta, y su cal silenciosa se reúne y canta silenciosamente.






*Jaime Sabines (1952)

sábado, 12 de febrero de 2011

Odio el día del amor




Mediodía del Sábado y yo apenas comienzo a despertar, después de una noche de excesos. Puedo sentir el fluir de mi sangre en las sienes y la luz que entra por la ventana hiere mis ojos como si fuese yo un vampiro.


-Mmm... Vampiro...


Sí. Un vampiro fue lo último que probé anoche en el bar y, cuando lo recuerdo, acude a mi paladar ese gusto a Klamato y tequila propio de ese trago. Paso la lengua por la comisura de mis labios dónde aún quedan remanentes del escarchado de sal que cubría precisamente la boca del vaso en donde bebí ese último coctel. Delicioso...


-Sí... Eso debió hacerme daño... -Digo para mis adentros mientras vuelvo a cerrar los ojos.


Mezclar bebidas alcohólicas en el bar no fue buena idea. El dolor sigue martillando dentro de mi cabeza y creo aún estoy un poco mareado. Ojalá lidiar con esta cruda fuera tan sencillo como ignorar las crudas morales: En eso soy experto.

Busco el control remoto sobre el buró y enciendo el televisor.

Lamentable. Siguen hablando del tal Kalimba.  Que si lo que hizo Kalimba le puede pasar a cualquiera (a mi sí). Que si se las vio negras Kalimba. Que si violación en africano se dice tetumbaKalimba y demás tonterías.

Ahora sí tengo ganas de vomitar. Se los digo en serio, estoy tan asqueado de escuchar lo mismo todos los días, en todos los canales, que por poco echo fuera los nachos y los cacahuates de anoche.

Así que, a pesar de mi maltrecho estado, huyo de la habitación y de la casa, buscando relajarme con una caminata.

Sólo hay una cosa que odio más en estos días que escuchar hablar de ese pobre negrito bailarín, sin bastón y sin bombín y es, precisamente, darme cuenta que la ciudad está inundada de corazoncitos de color rojo.

Desde que comenzó Enero, comencé a ver el cambio de adornos en los aparadores. Estos tipos no dan tregua entre una celebración consumista y otra. Apenas estaba ocupándome de romper las esferas del pinche arbolito con mi resortera, practicando mi puntería, cuando en las tiendas ya todo se teñía de rojo y se melificaba en extremo. 

Repito, odio que todo esté saturado de corazoncitos color rojo e imágenes de ese monito encuerado que todo mundo asocia con el amor. ¿Quién dijo que un ángel exhibicionista que enseña el pilín es el símbolo de la amistad?  

Eso y que todo mundo ande escurriendo miel y embarrándola por doquier, especialmente a los solitarios amargados como yo, es totalmente repugnante.

De solo ver a las parejitas de la mano en el centro de la ciudad derrochando dulzura, ya me siento diabético.

Por cierto, este post es un reconocimiento, una oda, un himno, un homenaje póstumo a esa página de internet que se nos adelantó en el camino y expiró apenas el pasado nueve de Enero del 2011: www.odiosanvalentin.com.

Descanse en paz. Siempre la recordaremos.

Si a pesar de todo lo expuesto, alguna de mis fans insiste en regalarme un corazón, sólo tengo una solicitud:



Que sea como el de la foto...            



Sólo mayores de edad, por favor. Presentar identificación oficial.


Jajaja...




¡Salud!





sábado, 5 de febrero de 2011

El problema original


En la especie humana, una mujer (del latín mulier, -eris) es el ser humano del sexo femenino.






Me parece que, al día de hoy, las estrategias militares están completamente erradas y carecen de sentido común. Si yo quisiera hacer tambalear la estabilidad de un país, les enviaría un ejército de mujeres.

Basta con hacer un poco de memoria para recordar y darnos cuenta que los mayores conflictos de la historia universal has sido causados, provocados (ya sea intencionalmente o no) o planeados y maquinados por mentes femeninas que se aprovechan de nosotros, los pobres hombres a quienes ustedes mismas acusan sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis...



No. No me tienen que creer a mí. Los hechos hablan por sí solos.

Desde los orígenes de la humanidad (si es que ustedes se tragan el cuento ese de la creación), en tiempos de Adán, quien tuvo la mala suerte de conocer a Eva, quien no sólo vivía a sus costillas, sino que se dio el lujo de provocar la ira del criador, quien ni tardo ni perezoso los expulsó del Jardín de Edén, no sin antes aplicarles a ambos dos y por partida doble, su respectiva patada en el trasero. A una por sonsacadora y al otro por estúpido.

Los encantos femeninos han sido la causa de perdición de hombres y reinos por igual. Desde Sansón que perdió su abundante cabellera de rizos ondulados con la cual causaba sensación cuando formaba parte del grupo de Heavy Metal llamado Los Jueces del Antiguo a manos de la cruel Dalila (Dalis para los cuates); o que me dicen de las intrigas de Herodías que hizo perder la cabeza (literalmente) a Juan el Autista, con ayuda claro, de la sensual Salomé (mami).



Pasando a rumbos más mediterráneos, nos encontramos con la figura de Pandora, quien fue creada a petición de Zeus, expresamente, para introducir males en la vida de los hombres.

Fabricada sobre pedido y apegándose a los estándares más altos de la norma ISO 9000 (de ahí que las mujeres se sientan hechas a mano) por Hefesto, con la forma de una exquisita doncella y con una belleza parecida a la de las mismas diosas, adornada de gracia y sensualidad pero además en su ánimo debían ser sembradas las mentiras, la seducción y un caracter inconstante, todo esto con el solo propósito de configurar un bello mal que fuese imposible de rechazar. 

Mal que los hombres estaban condenados a tomar con gusto, sin saber que realmente estarían recibiendo desgracias... ¿que miedo no?



Creo que un post no me será suficiente para poder mostrar la manera en que amistades, familias y como dije antes, reinos enteros han sido destruidos, saqueados o reducidos a cenizas por causa de una mujer o de las curvas de una mujer.

Sin esforzarme mucho vienen a mi mente nombres como Medea, Helena de Troya, Cleopatra, (¿o era Cleopetra?), María Antonieta, La Malinche, Lucrecia Borgia, Paulina Bonaparte, Paulina Rubio (me cae mal. Punto.), Courtney Love, Yoko Ono, Mónica Lengüinsky y la amante número 34 de Tiger Woods... sólo por mencionar unos cuantos ejemplos.

¿Cuál es el objetivo de toda ésta disertación? Simplemente llegar a la siguiente conclusión: el origen de todos los problemas son las benditas mujeres... y se los demuestro matemáticamente:






¡Ay, mujeres... No se puede vivir con ellas!






Ni sin ellas...





¡Salud!