Abro el estuche de la guitarra y aspiro profundamente. Amo ese dulce olor, mezcla de madera y barniz.
La olfateo suavemente y la coloco con delicadeza sobre mis piernas. Recuerdo que mi jefe una vez me dijo que la trataba como a una mujer... No hay duda que se parecen.
Y no lo digo solamente por la forma femenina del instrumento. También me refiero a que, al igual que con las mujeres, debe existir un vínculo, una química que, como ejecutor, te permita obtener lo que buscas... Al tocarla suavemente, te dará música armoniosa. Si la tocas de manera brusca, si no entiendes tu instrumento, entonces no sabrás que esperar...
Hoy tengo ganas de cantar. Necesito cantar...
Me pregunto si estoy enfermo. Siento una opresión aquí en el pecho, cerca del esternón, cargado hacia el lado izquierdo.
Necesito cantar.
Coloco los dedos sobre las cuerdas y dejo que de manera automática, casi inconsciente, se sucedan los acordes... Como en un trance.
Si... Me hará bien cantar.
Guitarra, mi cómplice, mi amiga. Solo tú sabes realmente como me siento en este instante... Mi confesora, mi desahogo; la puerta de entrada al mundo de ese otro que soy yo... Mi conciencia, mi medicina: Tú me harás sentir mejor.
Oigo mi propia voz como un una voz ajena.
No, no estoy borracho. No hay sustancias etílicas en mi sistema. Mi embriaguez se debe a otra cosa...
Por alguna extraña razón, viene a mi mente una frase que le escuché al Armando Palomas:
El corazón no sabe mentir, yo sí... Me siento de la chingada. Pregúntame cómo...
Y sigo cantando:
¿Con qué derecho me quitas el sueño?
¿Con qué derecho te me vas metiendo?
Dime con qué derecho
tocas mi lado izquierdo.
La cosa eran unos cuantos besos,
calmar las ganas y perdernos luego...
Pero mis sentimientos
confundieron el juego.
Y, contra los pronósticos, estás aquí,
en mi cabeza atravesada;
y contra los pronósticos estoy aquí,
dándole besos a tu fantasma.
¿Quién te dio permiso
de aterrizar sobre la nube que piso?
¿Quién te dio permiso
para quedarte a dormir,
para quedarte a vivir,
en cada parte de todo mi edificio?
Mi corazón está temblando de miedo
y él no tenía vela en el entierro;
pero, sin darse cuenta,
se involucró en el juego.
Este boleto no tenía regreso
aunque llegaramos bastante lejos;
pero mis sentimientos
violaron el acuerdo.
Y contra los pronósticos estás aquí
en mi garganta atravesada;
y contra los pronósticos estoy aquí
bebiendo vino con tu fantasma.
¿Quién te dio permiso
de aterrizar sobre la nube que piso?
¿Quién te dio permiso
para quedarte a dormir,
para quedarte a vivir,
en cada parte de todo mi edificio?
Dime quién te dio permiso de entrar así,
sin yo saber nada de ti...
Dime ¿quién te dio permiso
de aterrizar sobre la nube que piso?
¿Quién te dio permiso
para quedarte a dormir,
para quedarte a vivir,
en cada parte de todo mi edificio?
¿Quién te dio permiso
para quedarte a dormir,
para quedarte a vivir,
en cada parte de todo mi edificio?
Si... Me siento un poco mejor...
¡Salud!
PD.- Esa canción es de Raúl Ornelas y se llama precisamente así: ¿Quién te dio permiso?