Con mi mano, dibujo senderos.
Mi cuerpo es el territorio.
Agreste, inhabitado, en constante espera.
Ven a mí, como haces siempre,
mientras me baño con la luna llena.
Demonio travieso, brasa chispeante de mi llama eterna.
Muerde mi cuello, bebe mi sangre
tiembla conmigo entre mis blancas piernas.
Recuerda tu tiempo, la cita nocturna a la que siempre llegas.
Habítame, peregrino venido de lejanas tierras.
Ara mi entraña, socava mi esencia,
muerde mi espalda, abraza mi lengua.
Ven aquí forastero, ahuyéntame el frío con tu piel morena.
¿No ves que te ansío?
¿No ves que te anhela
el corazón que renuncia a bombear la vida por mis cansadas venas?
Quiero ser fuente contigo,
río, playa, mar, arena
y rodearte el alma y los miedos nocturnos
con el abrigo que forma mi delta.
con el abrigo que forma mi delta.
Bébeme, viajero:
que mane el torrente que provocas en mí,
-sin bastón, ni cayado-
como de las rocas hacen los profetas.
como de las rocas hacen los profetas.