No acostumbro a ir a misa. Prefiero evitarlo en la medida de lo posible, pero hoy es un evento especial. Trato de concentrarme en la arquitectura del lugar para evitar que salga de mi boca algún comentario que pudiera causar la molestia de mi madre. Para ella sigo siendo el niño rebelde que los domingos se llevaba el cuento de Kalimán a la iglesia para no tener que oir el sermón.
En el piso de piedra de la capilla resuenan unos pasos. Veo pasar a mi lado a un tipo muy alto, botas y sombrero. Le calculo un poco más de 50 años por el bigote cano. Su indumentaria me recuerda a Otto el de la serie de Malcolm el de en medio.
Él es el padre Pistolas, me dice mi madre al oído y yo no lo puedo creer. Ya antes había oído de este personaje y pensaba que era una leyenda urbana. Por primera vez en muchos años presto atención a las lecturas, especialmente el sermón me tiene fascinado:
-Martha tenía dos hermanitos: Lázaro y Magdalena, quien era muy bonita pero no se portaba muy bien que digamos.
Comenta el padre mientras lanza una sonrisa pícara y continúa:
Dice la lectura que mientras Martha estaba limpiando, Magdalena escuchaba lo que decía Jesús y, obviamente, Martha se enojó y le dijo a Jesús.
-Señor, dile que me ayude. Nomás se está haciendo taruga.
Y Jesús le contestó:
-Déjala, ella escogió la mejor parte. Escucharme a mi...
Ahora ya nadie escucha -dice el Padre con disgusto. Conozco así de gente que se van a trabajar, hombre y mujer, son maestros o lo que ustedes quieran y por desgracia a los niños nadie los atiende. Conozco a quienes se han suicidado siendo muy ricos, con alberca y todo, pero la señora jamás tuvo tiempo de atender al marido.
Y María Magdalena escuchaba... ¡Si hablar es muy fácil, escuchar no!
Tengo 27 años yendo a México y se me junta una filota de señores y les digo confiésense con otro.
-Es que los otros padres lo ponen a uno todo nervioso, Padre ¿qué va a andar uno confesando asi, si lo traen a la carrera?
Ni siquiera los sacerdotes quieren escuchar. Y conmigo nos aventamos media hora, una hora, ¡lo que duren! y muchos salen llorando. Tienen hasta 40 años sin confesarse, como algunos que veo por aquí...
Lo primero que se necesita es paciencia y saber escuchar.
Imagínense a mis norteñitos -dice el Padre Pistolas haciendo alusión a los migrantes que visita en Estados Unidos- que cada tres años vienen por un mes y se la pasan pedos todo el mes. ¿Cuándo escuchan a sus hijas? ¡De putas no las bajan!, discúlpenme la expresión, ¿cuándo escuchan a sus esposas? Y luego se quejan, ¡pero no las atienden! Óiganme, si lo principal es la relación personal con las esposas, con los maridos, con los hijos.
Tampoco los hijos escuchan a sus padres:
Mira hijo, no te vayas a sacar una vieja de esas de la calle...
No llegues tan noche...
No te emborraches. Cuando manejes ya deja la camioneta por ahi encargada.
¿Cuándo escuchan sus hijos a sus padres?
Yo les digo: oye, tu hijo me rebasa, ta' medio loco. El otro día me echó pa'abajo de la carretera, no le prestes la camioneta...
-Uh Padre -se quitó el sombrero, se rascó los piojos y me dijo- si le quito las llaves ¡me pega, ya no me ayuda!¡y la culpa la tiene su madre que lo consiente!
¿Y cuál es la consecuencia? -Pregunta el padrecito viéndonos con mirada acusadora-. Alrededor de la laguna de Cuitzeo hay un montón de cruces de accidentados muertos que no pasan de los 26 años... y también hay chamacas.
Hay un hermano que es doctor; a los 55 años ya estaba bien acabado. Le digo yo:
-Hermano, te va a llevar la fregada, ¡ya ni nalgas tienes! Deja ese méndigo cigarro.
Dos cajetillas de Marlboro diario y cuando cayó en el hospital, le encontraron un cáncer del tamaño de una naranja, de lo más maligno...
¡Y cómo hay viejas fumadoras! A veces vamos a paseos y dicen: Ay, Padre, quiero ir al baño... ¡Cuál baño!¡Ya están que se queman por echarse el cigarrito!
Me dice una enfermera:
-Yo no le hago daño a nadie. Yo me fumo una cajetilla todos los días pero en el patio de mi casa.
Le dije
-A ver siéntese ai... Señora enfermera, ¿cuánto te cuesta la cajetilla?
-Treinta pesos.
-¿No le hacen falta de leche a tus hijos? Y nos echas a perder a todos el ambiente y lo peor de todo que te va a llevar la fregada y todos vamos a pagar de nuestros impuestos, nos vamos a joder a estarte pagando las quimioterapias y todas las medicinas... ¡y nos tiznas a todos!
Ustedes tomen conciencia, que la humanidad, que este país,que ahora está tan amenazado de la familia y no precisamente de la católica...
Hace una pausa, como si se acordara de algo.
Y todavía mi amigo Calderón pregunta ¿que cuál será la causa? Que no se haga tarugo, ¡si no hay trabajo, nos pagan mal nuestras cosechas, le suben a la gasolina y a todos nos está afectando, mis pobres norteños ya no tienen pa' tragar, por eso ya ni voy!
Se contiene un poco, como recordando que tiene que finalizar el rito de la misa y concluye:
Ya para terminar con esto, les pido por favor recordar que Dios está en nosotros, en los niños, en los borrachos, en los locos, en las prostitutas... Hay que tratarlos con amor y respeto...
Mi hermano, quien se ha hecho casi tan escéptico como yo a golpe de buenas lecturas, me dice así, si vengo a misa.
Estoy de acuerdo, carnal. Espero que el padrecito se siente a nuestra mesa. Tal vez me acepte un tequilita y podamos platicar un poco más con él.
¡Salud!