sábado, 10 de julio de 2010

Claudia

" bésenle la nuca a Claudia..."
Armando Palomas.





-Romero Pichardo Claudia Rebecca...



No hubo respuesta. Así que el profesor siguió pasando lista con indiferencia. Era obvio que a él no le preocupaba mucho que Claudia no hubiese llegado, pero a mi si. Y es que afuera llovía y las calles mojadas de la ciudad son muy peligrosas. Sentí una sensación rara en el pecho. Ya cuando fui un poco mayor, descubrí que eso que yo sentía, se llamaba angustia. La causa era Ella.


Me gustaba. Me gustaba desde que en segundo de primaria nos sentaron por orden de lista. Ella detrás de mi, lo cual era una bendición. De esta manera, cuando ella llegaba tarde, dejaba tras si una deliciosa estela a champú Johnson No Más Lágrimas que era como una droga. Yo disfrutaba ese rico perfume proveniente de los rubios cabellos lacios cerrando los ojos y aspirando como si fuera la última bocanada de aire en un transbordador espacial que está a punto de estallar.


Esa niña me latía tanto, que no me importaba que mis amigos dijeran que estaba orejona o que estaba demasiado flaca. Un palo de escoba, solían decirme para que yo me molestara. Esos ojos café eran los segundos ojos café más bellos que yo había visto en toda mi corta vida.


Cuando pasamos a quinto año, decidieron acomodarnos por promedios y la mandaron hasta la tercera linea de pupitres. Me la quitaron. Me privaron de su presencia. De sus intentos por copiarme la tarea. Pero como le tocaba sentarse en el primer lugar de la linea y yo era el sexto de mi fila, podía observarla descaradamente, fingiendo que ponía atención a lo que nos enseñaba el maestro Cortés Ponce, rudo catedrático de la Escuela Primaria Urbana Federal Mariano Michelena, clave 16DPR2835T.


Pero yo seguía preocupado. Afuera aún llovía a cántaros y ella todavía no llegaba.


Benjamín, mi mejor amigo y yo nos la disputábamos. Eramos rivales, por así decirlo.



-Es mi novia, Benjas.
-Que no. Te digo que es mi novia.



Seguramente ella nunca se enteró de eso. Simplemente se limitaba a pasear impunemente frente a mi su pálida belleza de niña de once años. Los lunes con coleta y listón blanco. Algún otro día con el rubio cabello suelto y una diadema.


Los ochenta llegaban a su fin y comenzaba la década de los 90. La música se reproducía en cassetes y el idolo pop de Claudia y de las demás niñas del salón era Pablito Ruiz. Desde entonces, mis compañeros y yo -más por envidia que por otra cosa- decíamos que ese buei era maricón. El tiempo nos daría la razón.

Claudia llegó tarde, el impermeable transparente chorreando lluvia pero el uniforme guinda a salvo. Su mamá se disculpó con el maestro Ramiro mientras yo le observaba llegar a su lugar, sacudir el paraguas azul, sentarse después de acomodar la falda del jumper con ambas manos y sacar los libros en una sucesión de movimientos felinos que parecía estudiada, practicada hasta la perfección.


Nunca le dije cuánto me gustaba. En ese entonces no sabía cómo. Aún no tenía idea de cómo plasmar mis ideas por escrito, ni me atrevía a decir lo que pensaba sin que me importase el que dirán, ni el que me mandaran mucho al diablo.


Claudia Rebecca Romero Pichardo, el amor platónico por antonomasia, dueña de mis suspiros infantiles. La flaquita bonita del salón.



Todo esto viene a mi mente mientras Luis pone Manual para conquistar a Claudia de Armando Palomas a todo volumen en el sonido del bar y yo me bebo mi tercera michelada de a litro. No sé de dónde empezaron a surgir estas memorias. De repente me encontré recordando días de lluvia, viejas canciones, amores platónicos, amigos olvidados y el delicioso aroma de su cabello...

Alguna vez pensé en que si me la encontraba, le contaría todo. Pero ahora seguramente se habrá convertido en toda una señora, probablemente profesionista, con hijos al por mayor y, tal vez, no tenga caso hablar de amores infantiles jamás confesados... ¿o si?

¿Habrá cambiado mucho? ¿Seguirá siendo tan linda como la recuerdo?

Quizá su cabello rubio aún siga oliendo a champú con manzanilla...



10 comentarios:

  1. Hace poco me preguntaba ¿qué pasa con aquellas personas que dejamos de ver?
    jaja estas historias me recuerdan la primaria
    palomita para Borracho.

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  2. Sip. De vez en cuando es bueno recordar aquella época en que uno no estaba tan maleado.

    Gracias Anita.

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  3. Sigo insistiendo my stimado tienes el don de llevarnos a esos tiempos que añoramos, y en lo personal fueron muy felices ... Alguna noche de chelas te compartire algunas buenas anecdotas que te parece ? ;)

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  4. Eso me encanta. Tal vez surja otra historia como la del otro día después de la última chela...

    ¡Salud!

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  5. seguro que recordaste a esa claudia?, no tendra que ver con cierta secretaria?

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  6. Ah esa secretaria es guapa, pero no. Lamento decepcionarte mi querido anónimo. La Claudia que yo digo era rubia y la secre es morenita.

    ¿Alguna otra Claudia que me quieran presentar?

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  7. humm!!! Pensè que era la ùnica que recordaba su amor platònico!!! hay que tiempos aquellos!! El mio se llamaba Juan Manuel de la Rosa Diaz y nuncaa lo olvidare asi como èl nuuuuuuunca lo supooo jaja que hìronia !!! Airam...

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  8. Los amores platónicos jamás se olvidan porque se viven a otro nivel. No hay engaños, no hay infidelidades ni rupturas.

    Tal vez por eso son tan recordados.

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  9. ijole, yo tambien recuerdo ese olor embriagante, excesivamente agradable...solo que la portadora, pues no es de mi gusto jeje tambien recuerdo su peinado de media cola de lado con el liston blanco y sus ojos cafes envueltos en unas grandes ojeras jijiji si que estaba flaca... (que gusto que aprendieras a escribir y ademas si tapujos e hipocresias...) ahh el amor platonico...que no era precisamente amor, sino el simple hecho de enamorarte del concepto del amor y utilizar ala persona q nos gusta para fantasear,soñar e imaginar cuanta mas loca e indescriptible situacion, circunstancia o pretexto para tener un acercamiento tan casi real como sacarte el melate jajaja "ya me vii!!" jajaja Ale.

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    1. Jajaja...

      Eso quiere decir que nunca me voy a sacar el melate?


      Gracias por comentar Ale!

      Salud.

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