Me encontraba en la oficina de Marlén, admirando los radiantes ojos negros mientras platicábamos de cosas sin importancia. A veces es relajante simplemente descubrir los gustos literarios o fílmicos de las personas y dejar de lado el deber diario por un rato.
Marlén preguntó algo que yo no quería contestar:
-Bueno... ¿y ya no te has ido a pasear con chicas guapas a altas horas de la noche?
Ella dice que me vio caminando por las calles adoquinadas del centro de la ciudad del brazo de una rubia de cabello largo y falda corta. Muy corta. Yo le respondo que no sé de que me habla. Lo más seguro es que se haya tratado de un tipo igualito a mi y al cual yo no conozco.
Además, ni era tan noche.
Busco en mi interior la diplomacia característica de un caballero de mi alta alcurnia para darle la vuelta a la pregunta y no responder cuando, providencialmente, suena mi teléfono celular.
Llamada entrante: Xiomara...
Que raro. Xiomara nunca me habla en horas de oficina, por lo que deduzco que puede ser una emergencia, pero antes de que pueda preguntar qué pasa una voz de mujer molesta me interrumpe desde el otro lado de la línea:
-¿Por qué a Paola si la invitas a salir y a mi no?
-¿Eh?
-Sí, no te hagas... Ya me dijo que se fueron al cine, móndrigo...
-Yo...
Me quedo congelado. No esperaba algo así y mi reacción natural es simplemente reir. Risa nerviosa, si se quiere.
-¡Y encima te ríes, infeliz!
-¿Qué esperabas que hiciera?
-¿Por qué no sales conmigo y con ella sí?
-Las últimas tres semanas salí dos veces contigo, al café y al bar y con ella solo una, así que en teoría salgo más contigo que con ella... Además, tú tienes la culpa por presentarme chicas guapas...
Marlén, del otro lado del escritorio no aguanta la risa. Ella no conoce de mi cinismo. Tiene poco tiempo de tratarme.
-Sí pero con ella te fuiste al cine. ¿Por qué a ella si la invitas y a mi no?
-Porque sale más temprano de trabajar. Alcanzamos a ir a las funciones más baratas. Tú ya sales muy noche.
-No es justo. No es justo que salgas con alguien que yo te presenté...
-Pues sí. Me la presentaste y nos hicimos amigos. Así como tú y yo. Recuerda que tengo muchas amigas y en algún momento tengo que salir con ellas.
-No quiero.
-Oye, ¿en verdad solo me llamaste para eso? -Pregunto con cierta incredulidad.
-Sí. Es que estaba hablando con ella y me dijo fuimos con el Borrachito a ver una película y bla, bla, bla...
-Ja. Eres una celosa Xiomara.
-Así soy con mis amigos.
-Ya me di cuenta. En fin, debo colgar. Tengo que regresar al trabajo.
-Está bien. ¿Me llamas al rato?
-Si. Pero hasta en la noche.
-¿Ves? No me quieres.
-Claro que te quiero. Bye.
Marlén abre aún más sus resplandecientes ojos negros y pregunta:
-¿Se enojó?
-Sí. Un poco. Pero debe entender que mis amistades son muchas y las debo atender. Por cierto, si tienes una fiesta en puerta me invitas, ¿va?
-Claro Borrachito, con mucho gusto, ya sabes.
-Bueno me despido. Tú me avisas.
-¿Qué te parece este fin de semana?
-Me encanta la idea. Yo paso por ti.
-Perfecto. Besitos. Bye.
¡Ah, que bonito es lo bonito!
¡Salud... por la libertad!
Pues la historia se salvó por un pelito.
ResponderEliminarSi... Estuvo cerca. Muchas gracias. Me salvaste la vida.
ResponderEliminar¿Cómo podré pagarte?
Una cerveza no se encela si te tomas otra cerveza
ResponderEliminarSALUD POR LA LIBERTAD!!! A VECES PERO SOLO A VECES LA EXTRAÑO!!!! ESTAS HISTORIAS ME CAUSAN GRACIA SOBRE TODO POR QUE A VECES ME IDENTIFICO CON ELLAS.. JAJAJA
ResponderEliminarYo no soy celosa! Soy detectora de zorras...
ResponderEliminarJajajjajaja! Saludous!
Florecita, detectame unas dos de esas por favor...
ResponderEliminary me las pones para llevar, jejeje