Ayer te vi...
No te reconocí en primera instancia, pero eras tú sin duda. El mismo cabello castaño -marco perfecto para la palidez de tu rostro- cayendo en suaves ondas sobre tus hombros y espalda.
La pulsera que te regalé aún adornaba tu muñeca izquierda.
Sin embargo, vi en los maravillosos ojos color marrón de los que hace años me enamoré, una mirada sin magia, sin brillo. Aún siguen siendo hermosos, no lo niego, pero me sorprendió encontrarlos tristes... tan tristes.
Adiviné una carga muy grande en tu vida. Tan pesada que tus hombros lucen cansados y tu espalda también. ¿Qué es lo que ha sucedido niña mía?
Tú no me viste. Yo te observaba desde la acera de enfrente, recargado en la pared, recordando...
Platicabas con ella, con tu amiga, mientras sostenías a tu bebé en los brazos.
Me gustaría hablar contigo, ayudar, apoyarte, decirte que en el mundo existe al menos una persona que se preocupa por ti...
Es una lástima que lo único que puedo hacer en este momento sea escribir esta carta... misma que al igual que las otras no leerás; me lo dejaste muy claro la última vez:
-Nunca más leeré tus cartas... Es lo mejor para todos...
Esto es todo lo que puedo hacer: escribir, desear que estés bien y terminar la carta como todas las anteriores
Cuídate mucho... Te quiero.
S.
ESTA PUBLICACION ME ENCANTO!!! CUANTAS Y CUANTOS HAY EN NUESTRO PASADO QUE CON SINCERIDAD LES DESEAMOS QUE LES VAYA BIEN, EN LA MIA MUY POCOS JAJAJA!! YO SIEMPRE QUIERO QUE SEAN MENOS FELICES QUE YO , PERO HAY A QUIENES EN REALIDAD LES DESEO FELICIDAD!!! Y SI DUELE VER DE LEJOS QUE NO LOS SON... PERO QUE SE PUEDE HACER... SALUD!!!
ResponderEliminar