Justamente ahora
irrumpes en mi vida,
con tu cuerpo exacto y ojos de asesina...
Tarde -como siempre-
nos llega la fortuna.
Tú ibas con él.
Yo iba con ella.
Jugando a ser felices por desesperados,
por no aguardar los sueños,
por miedo a quedar solos...
Pero llegamos tarde,
te vi y me viste,
nos reconocimos enseguida pero tarde,
maldita sea la hora
que encontré lo que soñé...
Tarde...
Ricardo Arjona.
Era un evento de esos dónde las apariencias son lo fundamental. Los manteles blancos lucían impecables sobre las mesas, haciendo contraste con las cubiertas en color vino. Los meseros se esforzaban por complacer a los comensales y las notas de un cuarteto de cuerdas inundaban el ambiente.
El cadencioso golpeteo de unos tacones femeninos le hicieron voltear hacia la puerta del salón, sólo para descubrirla a Ella.
Entró del brazo de su novio. Iba radiante, enfundada en un mini vestido blanco con motivos en negro y naranja, muy apropiado para el calor que hacía en esa tarde de Marzo. Un amplio cinturón delineaba su estilizada figura. Los altos tacones, los hombros descubiertos y el cabello recogido le hacían lucir absolutamente sensual.
Era difícil dejar de notarla. Y de la garganta de Él surgió el calificativo, casi sin darse cuenta...
-Perfecta...
Su novia creyó escuchar algo.
-¿Me decías?
-No he dicho nada...
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Ella y su novio llegaron a la mesa. Preguntaron si los lugares estaban ocupados y tomaron asiento. Se soltó la cinta del cabello y se quitó las gafas oscuras dejando al descubierto los hermosos ojos color miel.
Su novio y Él se conocían. Habían sido compañeros durante el bachillerato y conversaban animadamente. Ella no pudo evitar sentirse atraída por esos profundos ojos negros. Al estar sentada frente a él, podía observarle impunemente. Le llamaba especialmente la atención esa voz varonil, que, de manera casi imperceptible, le erizaba los vellos de los brazos y la espalda.
Sintió deseos de que esa voz le hablara al oído. De que esas manos tomaran su cintura y los gruesos labios besaran su cuello, pero nunca lo diría. Ambos, tanto Ella como Él estaban comprometidos en una relación y sus altos principios morales les impedían traicionar a sus parejas.
Pero imaginar no es infidelidad.
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Del otro lado de la mesa, mientras tomaba los dedos de la mano de su novia para juguetear con ellos, Él se imaginaba el sabor de los besos de la chica del vestido blanco.
Amor a primera vista. Amor imposible. Amor tardío...
tarde!
ResponderEliminar"Tanto soñarte y extrañarte sin tenerte,
ResponderEliminartanto inventarte.
Tanto buscarte por las calles como un loco,
sin encontrarte...
Y ahí va uno de tonto,
por desesperado,
confundiendo amor con compañía.
Y ese miedo idiota de verte viejo y sin pareja
te hace escoger con la cabeza
lo que es del corazón.
Y no tengo nada contra ellos:
La rabia es contra el tiempo
por ponerte junto a mi... tarde."