Hoy me desperté con bastante energía. La cual me duró cinco segundos. Uno más que ayer. Bien, es hora de levantarse y, mientras me peino, me doy cuenta del inevitable paso del tiempo. El espejo me dice que tengo una cana y cuerpo de refresco en bolsa. Oh, se me olvidaba que la mayoría de los que lean esto pertenecen a la generación de las botellas no retornables de PET (poli etilén tereftalato), y, por lo tanto, nunca fueron a la tiendita de la esquina a pedir una refrescante bebida para llevar. Bolsa y popote. Que delicia...
Lo malo es que tanta azúcar durante la adolescencia parece haber llegado para quedarse y hoy me di cuenta dónde: El callo de la andadera o lo que algunos amigos llaman la nalga del juicio.
En fin, hay que enfrentar la realidad y creo que aún estoy a tiempo de recuperar esa figura de escultura griega que me fue característica por tanto tiempo (ajá). Así que en cuanto tengo algo de tiempo, me lanzo raudo y veloz a inscribirme al gimnasio que está a dos cuadras de mi casa.
Uno esperaría resultados mágicos como en la tele. Pero bastan diez minutos en la bicicleta estática para darme cuenta que no sucederá asi. Creo que me voy a desmayar...
Y ahora esto: creo que estoy viendo ángeles. Tres para ser exacto. Tal vez le está faltando oxígeno al cerebro...
Justo frente a mi. Rubia, alta, cabello lacio hasta media espalda, falda de tenista -¿falda?-, delgada, largas piernas, platicando con el instructor en turno.
Aproximadamente en la misma dirección otra chica con un conjunto stretch en color naranja fosforescente que hace imposible no verla. Eso y el descomunal escote. De verdad me deja impactado. Creí que las chicas con ese físico solo salían en las películas. Soy un novato en esto, pero sé que el día de hoy está trabajando pectorales. Se nota.
Y finalmente esta niña de azul que está en la bicicleta de mi derecha. Por mi mente pasa una pregunta: ¿Ellas ya para qué vienen? Si a kilómetros se nota que están... demasiado... saludables.
Creo que se incrementó mi ritmo cardiaco.
Por cierto, ahora entiendo porque a mi ex novia nunca le agradó la idea de que me inscribiera en el gimnasio. Y tenía razón.
Durante mucho tiempo creí que a las mujeres les molestaba que se les observara fijamente, pero estas chicas parecen hacer todo lo posible para que uno, a pesar de la férrea fuerza de voluntad que nos es inherente a todos los hombres, las admire descaradamente.
-Disculpa, ¿me ayudas a poner esta pesa en el aparato?
-Con gusto, chica... -Mete la panza güey... ¡mete la panza!
-Gracias. Es que me toca trabajar glúteo...
Está decidido, mañana a la misma hora. Sospecho que esto del gym me va a gustar bastante, aunque me muero de sed.
Bueno al ratito que salga de aqui me voy por una chela. Una nomás...
¡Salud!
llévate un gatorade o una botellita de agua,a sunto arreglado, y aencontraste el truco del gym, la motivancia feroz!
ResponderEliminar(y por favor no te quites las mallas! des-malles jojojo)
:o Ni que fuera tuno para des-mallarme! Salud por los hijos de Batman, jejeje...
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