La mejor referencia para saber lo que una mujer está pensando es, precisamente, su mirada. Y él pudo leer claramente en los hermosos ojos marrón arrasados de lágrimas, que ella estaba decidida. Sentía miedo. Miedo de lo que una mujer despechada puede hacer. Miedo de lo que una mujer burlada puede hacer, especialmente cuando ésta sostiene en sus manos un arma de fuego cargada.
-Miriam, espera... no hagas algo de lo que te puedas arrepentir...
Fue lo único que se le ocurrió decir. Se encontraba demasiado nervioso como para hilar algún argumento mejor. Su razonamiento se nublaba un poco, quizá porque la hermosa mujer que estaba de pie frente a él, tenía absoluta razón en estar furiosa. Después de todo, habían sido varios años de engaños, de mentiras, de infidelidad. Ella, sin duda le había soportado demasiadas cosas, pero todo, incluso la tolerancia de una mujer enamorada, tiene un límite...
-No te bastaba engañarme con cualquiera... Tenía que ser mi mejor amiga.
La bala salió impulsada con la fuerza percutora del desengaño, del odio reprimido, de la decepción acumulada durante los años previos. Todo el rencor almacenado en su alma se concentró en el impulso eléctrico que le hizo tirar del gatillo.
El primer disparo que salió del arma hizo blanco en la pierna derecha, rasgando el músculo a la altura del muslo. El impacto y el dolor fueron suficientes para hacerle caer, golpeándose además la nuca con la mesa de noche colocada junto a la cama. El golpe no fue tan fuerte como para hacerle perder el sentido, pero si lo suficiente para marearle un poco.
Ricardo aún podía ver, aunque de manera borrosa, la imagen de ella, desnuda, sosteniendo la pistola, odiándole, deseando destruirle. Mechones de cabello castaño ocultaban parcialmente su rostro y sus hermosos senos se movían al ritmo de su agitada respiración.
Buscando una manera de salvarse, de ganar algo de tiempo, una frase vino a sus labios. Una frase tan gastada que, para entonces, había perdido encanto y sentido a los oídos de ella. Pero era su última carta y debía jugarla.
-Te amo.
El segundo disparo, al dar de lleno en su corazón, hizo que la sangre se acumulara entre la pared de éste y el ventrículo, aumentando la presión y provocando que el músculo cardiaco colapsara, impidiéndole latir. Una muerte practicamente instantánea, que le dejó tirado sobre la alfombra, con los ojos muy abiertos, dándole a su rostro una expresión de gran sorpresa.
Ella todavía se dio tiempo de acercarse para decir:
-Que ridícula se vuelve aquella persona a la que has dejado de amar...
Y, tras vestirse con parsimonia, se alejó de él, de su departamento, de sus recuerdos y de la ciudad, con el firme propósito de reconstruir su vida a partir de las piezas que aún conservaba en las manos.
en la pierna? bah!!
ResponderEliminary también hubiera matado a la "amiga" después de darle un
... buen arrastrón de greñas.
ResponderEliminarPor mentirosos, abusivos y aprovechados los dos.
En la pierna fue accidental, sólo un acto reflejo.
ResponderEliminarEl segundo disparo, el verdadero, tenía como objetivo el corazón... y acertó.
bah!! que sufra el wey...
ResponderEliminarSeee... que sufra el puto.
ResponderEliminarPor eso me caen gordos los pinches Ricardos.
Si terminaran así todos los hombres infieles ... ya no habría o ¿habrá algunos fieles?
ResponderEliminar¿Fieles? Tal vez uno o dos...
ResponderEliminaren serio? Dónde?
ResponderEliminarEn algún lugar. Es estadísticamente improbable que el 100% de los hombres seamos infieles.
ResponderEliminarTal vez solo sea cuestión de que busques bien ;)
¿Será que tu eres uno de los pocos hombres fieles que quedan, específicamente aquí en Morelia?.
ResponderEliminarPorque de ser así, yo me apunto :)
Teléfono y correo?
ResponderEliminarDigo, para responderte directamente...
Tú lo tienes, solo es cuestión que lo busques ;)
ResponderEliminarJajaja.. Ok. Lo buscaré.
ResponderEliminarTardará un poco...
Bien, me cansé de buscar. Así que mejor confieso que yo estoy en el porcentaje de infieles ;)
ResponderEliminarCiao!
Sí, soy yo :p
ResponderEliminardeberias escribir un "manual para conquistar a..."
ResponderEliminar¿Manual para conquistar a Claudia o para conquistar a quién, especificamente?
ResponderEliminarEso mismo haria yo pero el primero no se lo daria precisamente en la pierna y la verdad no tanto por infiel sino por wey para que se deja cachar....:)
ResponderEliminarUna amiga psicóloga me dijo un día:
ResponderEliminar"Es imposible que sean fieles los pinches hombres... ¡Lo único que pido es que sean discretos!"
Creo que tienes razón, Lucecita, lo importante es no dejarse cachar...
Besos ;)