-¡FUERA DE AQUÍ, LOBO SARNOSO! – Gritó el gorila mientras lo echaba del bar.
Se levantó el lobo, que, mientras se sacudía el polvo del frac y se acomodaba el moño, le arrojaron su bastón y el sombrero de copa que dejó en la barra.
-¡HUBO UN TIEMPO EN QUE DISFRUTARON DE MI DINERO! – Le reclamó el lobo al dueño del lugar: Un topo cegatón pequeñito pero muy ambicioso, que ni siquiera supo quien se lo decía y de todos modos no le importó.
Recordó suspirando el lobo aquellos días en ese mismo bar rodeado de sus amigos buitres, hienas, zorras y otros lobos que lo acompañaron tantas noches de risas, cantos y bebida.
Pero nada es para siempre, la fortuna que le había dejado su padre “El Lobo Feroz”, se había terminado. Muerto éste de fiebre porcina por culpa de un cerdito que trabajaba como extra mientras flautista estaba de vacaciones, al tocar la flauta se contagió y murió a los pocos días, su madre lo abandonó un tiempo después cuando supo que su marido había nombrado herederos a su único hijo y a la gata que hacía el aseo de la casa.
Con su padre muerto y su madre ausente se fue a vivir a Francia, en donde derrochó todo el dinero de su herencia en bares, prostíbulos, pero sobre todo en las carreras de galgos y los juegos de azar.
Solo, en su departamento, con únicamente unos fracs y algunas cosas que vender, decidió probar suerte en otro país, para ser exactos en México, paraíso de los extranjeros (Maldición de Malinche que en pleno siglo XXI aún permaneces) te reciben con los brazos abiertos sobre todo si se llega con un letrero que diga: “Inversión extranjera”.
Así arribó el lobo a México, con una sola cosa en mente: “Ser una estrella más del canal de las estrellas” y para esto se colgaría de la fama de su padre, pero antes debía ensayar.
Investigó por internet si existían 3 cochinitos mexicanos pero estaban en campaña política, además le disgustó que no fueran hermanos y más que cochinitos, fueran unos auténticos marranos, pero se alegró muchísimo cuando descubrió a 3 cochinitas que eran hermanas y vivían en diferentes lugares, apuntó sus direcciones y salió en su búsqueda.
La primera era una cochinita de una colonia bastante humilde, que políticamente hablando se diría: “de clase media emergente” y tocó a la puerta…
-¡MON DIEU! – dijo con una cara de terror y dando un salto hacia atrás.
Estaba ante él una cochinita con tubos, restos de mascarilla de aguacate, pedazos de pepino en los ojos y deslumbrada por el sol de mediodía; su camisón transparente dejaba ver 4 pares de tetas con los pezones del tamaño de un CD color morado casi negro (si un lechón las viera, por muy hambriento que estuviera diría: “gracias no tengo hambre”) además de las piernas con unos pelos negros y gruesos; sin embargo, lo que más le impactó fue que no traía calzones, ya sabía que en las películas de su papá los cochinitos no usaban calzones, pero jamás imaginó que en vivo se viera tan…
-¿Qué se le ofrece? – preguntó la cochinita con desgano.
-Na… nada… creo… creo que me equivoqué de dirección – dijo el lobo sin querer ver.
Era un lobo muy selectivo.
La siguiente dirección, era una casa un poco menos emergente, cuando se dirigía a la puerta, encontró unos cuadernillos de la “Atalaya” y “Despertad” que estaban tirados en el suelo cerca de la puerta, los levantó para después entregárselos a la dueña y tocó…
Esta cochinita no quiso salir, sólo se asomó por la ventana y al ver los cuadernillos, sacó un letrero que puso en la puerta el cual decía:
EN ESTE HOGAR SOMOS
CATÓLICOS
NO ACEPTAMOS PROPAGANDA
PROTESTANTE
-Bendita sea la tolerancia religiosa –dijo el lobo mirando al cielo.
-Oiga, señora, abra, vengo a invitarla a…
Pero la cochinita se hacía la sorda y sólo hacía señas de que se fuera.
-Ya sé – pensó el lobo.
-SOPLARÉ Y SOPLARÉ Y TU CASA TIRARÉ – gritó de manera sobreactuada.
Dio unos pasos atrás, tomó aire, pero al ver que eran casas de INFONAVIT pensó: “si tiro ésta, se van a caer todas las demás, mejor lo dejo así” y se fue.
Era un lobo muy consciente.
La tercera dirección era una mansión enorme, conforme se iba acercando notó que la reja tenía las letras “L P” separadas una de la otra en color oro y bastante grandes.
-“Little Pig” – pensó, recordando a su padre feroz cuando ladraba inglés.
Estando más cerca descubrió que decía “Los Pérez”.
Se acercó a la reja y empezó a gritar: “¿hay alguien?”; pero nadie contestó, había una cámara y se puso a hacer señas pero no lo atendieron; fue entonces que notó el intercomunicador a la izquierda de la entrada y tocó…
-¿Quién? – preguntó una voz ronca y gruesa poco amigable.
-Disculpe – dijo el lobo - ¿la cochinita de la casa?
-¿LA QUIÉN? – preguntó de nuevo la voz menos amigable aún.
-Que si se encuentra la cochinita de la casa – dijo el lobo en tono muy solemne.
Al pasar unos minutos, le dijeron que pasara.
En la puerta de la mansión se encontraba la familia de cochinitos reunida.
-Todos sin calzones, claro – se dijo el lobo a sí mismo.
Apenas iba a decir palabra, cuando se le acercaron dos osos enormes, uno de cada lado que comenzaron a golpearlo salvajemente, tirado en el suelo y fuera de combate se le acercó la mamá de la familia…
-COCHINA TU MADRE – le gritó y acto seguido le escupió la cara.
-¡FUERA DE AQUÍ LOBO MUGROSO! – le gritó uno de los osos mientras lo echaba de la mansión.
Se levantó como pudo, se arregló lo poco que le dejaron del frac y se dijo:”Mejor me voy a Hollywood, aquí no es como me imaginé”.
Y tomó su camino.
jajajaja no bueeeno!
ResponderEliminarson una calamidad...
=) kika
esta genial!!!!!!!!, no me hizo reír me hizo carcajearme mil
ResponderEliminarGracias anónimo y =) kika.
ResponderEliminarsupongo que eres Augusto...
Eliminaresperamos tu próximo cuento =)
son muy buenos...
kika =)
Es un cuento muy bueno, mezcla de ingenio, creatividad y buen humor, cuentas con un gran talento como escritor, muchas felicidades!!!!!
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