sábado, 12 de enero de 2013

El fin del mundo después del día del fin del mundo



        En la suite suprema retumbó el sonido de las 7 trompetas del apocalipsis, por todo el palacio celestial fueron escuchadas.

        Mientras aún sonaban, Dios abrió los ojos, despertaba de su sueño de más de dos mil años. En la tierra, el sol y la luna aparecieron juntos en el cielo, los ojos de Dios se abrieron y miraban fijamente, el color azul que hasta entonces lucía el cielo se volvió blanco, un calor se sintió en toda la tierra que no se soportaba, resecaba la piel y causaba una comezón en la delicada carne humana, comezón en todo el cuerpo sin importar la ropa puesta, además de la luz, que daba la impresión de estar bajo un domo blanco, luz molesta que en realidad no dejaba ver y un calor que no calentaba pero sí quemaba.

        Algunos corrieron a refugiarse a sus casas, pusieron el aire acondicionado y corrieron las cortinas, otros empezaron a volverse locos por la horrible comezón, trataban de arrancarse la piel en un acto desesperado de no sentir más el escozor, hubo quienes se mataron entre sí tratando de escapar del dolor y otros más se suicidaron. Nadie rezó.

        Dios estiró brazos y piernas para desperezarse, la tierra crujió desde el núcleo, el piso se abrió, los que se habían refugiado en sus casas, fueron tragados por la tierra, quedando casas vacías, ruinas de edificios, fierros retorcidos, los templos fueron sólo piedras e imágenes de santos hechas pedazos. Ninguno oró.

        Se dio la vuelta Dios sobre su cama de nubes para levantarse, los mares se elevaron formando enormes olas que arrasaron con lo poco que quedaba de vida humana, aunque en realidad no les dio tiempo de nada, nadie pidió perdón.

        Ya un ángel estaba esperándolo con el desayuno.

        Buenos días, señor – dijo el ángel.

        Miró Dios por su gran ventana hacia la tierra y vio lo que había pasado, suspiró profundamente y un viento ardiente arrasó con el último rastro de su obra, ni siquiera las ruinas permanecieron, sólo tierra árida bajo el cielo blanco y quemante.

        Llama a los ángeles arquitectos, ingenieros, diseñadores, inventores; llama a todo el equipo es hora de crear un nuevo mundo.

        Sí, señor – dijo el ángel haciendo una reverencia mientras se retiraba.

        ¡Ah! – Dijo Dios – dile al ángel que diseñó al ser humano que está despedido. No sé que estaba pensando cuando aprobé el proyecto.

FIN

1 comentario:

  1. Me gusta mucho tu estilo Augusto, muy creativo, felicidades!!!!!

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