CONECTADOS
Despierto tarde. Siento el impulso de hacerte saber que estoy vivo, tal como tú lo haces. Uso tus palabras y, para mi sorpresa, esta vez no hay reproches.
La memoria se abre frente a mí, como las hojas de un álbum de recuerdos. Un año lleno de magia y en ninguna de las postales tu rostro. Sonreímos en extremos opuestos del mundo, conectados por la luminosa fragilidad de un hilo color de luna. A pesar de todo, estás ahí. Siempre estás. Y yo, en uno de los rincones más fríos de esta ciudad de piedra, me alegro de haber recuperado tu voz y tus palabras y mi nombre dicho por tus labios.
Palabras, otra vez las palabras.
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