sábado, 9 de febrero de 2019

Hoja 4


UN ALA, SOLAMENTE...





“De las alas que me regalaste, solo me queda una. Y esa no me sirve para volar.”

Mi mente es un tropel de imágenes desenfrenadas, vorágine de ideas inconexas, la sensación amarga y reseca de una noche de insomnio. Lo curioso es que antes de ti, yo nunca había tenido insomnio ni había bebido alcohol antes del desayuno, como lo hago ahora. Tú me representas la primera vez de muchas cosas, en diversos sentidos y también el regreso a costumbres que tenía olvidadas. Tú me haces sonrojar y yo jamás me sonrojo… Y luego la ausencia y el silencio. ¿Por qué te desvaneces así? ¿Qué juego perverso es este? Tú y yo pensamos. Pensamos demasiado, para nuestra desgracia y, por lo mismo, por esta necedad de seguir pensando es que no puedo dormir. Pienso en tus excusas sin sentido, sin validez, sin soporte ni lógica. Me molesta el alarde con el que hablamos de nuestra inteligencia. Si fuésemos tan inteligentes como creemos, esta separación no tendría razón de ser. Me haces odiarte y odiarme a mí con la misma intensidad con la que te amo. He vuelto a las viejas costumbres, a rutinas que tenía olvidadas. He vuelto a usar reloj: ese afán masoquista de registrar el tiempo en que ya no estás. El mismo afán masoquista que mantiene tu cepillo de dientes en el vaso, pensando que tal vez mañana despiertes aquí, cobijada en estos brazos. La cabeza me duele, de tanto pensar, quizá, o por la falta de sueño o por mi recién adquirida costumbre de beber mezcal apenas despertar; o la otra, la de dormir con las mandíbulas apretadas cuando logro hacerlo. También he llorado, pero no tengo ninguna duda de que eso tú ya lo sabías.

Aquí, conmigo, llevo tus besos, los te amo, la certeza de un amor para toda la vida que se desgasta tratando de comprender por qué dos personas que se dicen tan listas no pudieron encontrarle solución a un problema tan simple.

He perdido tu voz. Tengo a cambio una verdad incompleta y una necesidad: una urgencia de adivinar lo que no se dice. Tú te alejas envuelta en un oscuro manto de silencio. El guion es el mismo que las otras veces: otra vez soy el mejor, el amor de la vida de alguien, el tuyo, quizá. Otra vez los peros y los puntos suspensivos y la negativa y la indefinición. ¿Por qué? Un “no te quiero” sería mucho más simple y certero. Tampoco tú puedes dormir, lo sabemos, lo sé.

Y yo, ¿qué puedo decir yo cuando no hay espacio para contra-argumentar? Tú ya has decidido colocar un punto final que para mí es unilateral y egoísta. Desde hace días todo calla, todo es silencio (el silencio es el más incómodo de los ruidos). Esto que teníamos se ha terminado, lo terminaste tú, de manera tajante, sin transiciones, muchos días antes de esta taza de café. Entiendo mi condición de exilado y no pienso desgastarme en pedir explicaciones, no exigiré que luches al menos un poco. Entiendo mi condición de persona que ama, que suelta, que deja ir, para que la otra encuentre su camino por sí sola. (Eso que acabo de escribir es mentira, lo acepto, pero no lo entiendo. De hecho, no sé cómo hacerlo porque hace tiempo asumí todos los riesgos, incluso el que implicaba dejarme domesticar, renunciar a mi soledad, a mi libertad, por tener algo contigo y esto es lo que pasa). ¿Cómo puede asumirse tanta libertad que me arrojas al pecho así, de golpe?, si ahora, de las alas que me regalaste, solamente conservo una y esa no me sirve para volar.

2 comentarios:

  1. Amigo... Muy buen día.. Cada vez me enamoro mas de este texto....
    Un gusto conocerte, saludarte, gracias por el tiempo y la platica, como olvidar que me has firmado mi libro (de tu autoria) gracias, hermoso lo que has plasmado en el.
    Y mira, otra sorpresa más para mí, este texto de "un ala solamente" lo publicaste el 9 de febrero, este día es mi cumpleaños.
    Gracias amigo por tanto regalo para mi persona, un abrazo.

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    1. Qué gusto saber que los textos de "Mitologías" te gustaron. Y mira, resulta que el texto de esta publicación es algo así como un regalo de cumpleaños.

      ¡Gracias por leer!

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