Allá afuera está lloviendo desde hace un par de horas. La temperatura ha descendido y yo leo un libro de historias fantásticas con el golpeteo de las gotas de lluvia rebotando en el tejado de la cochera como música de fondo. Me quito los zapatos y subo las piernas al sofá, cruzando la izquierda sobre la derecha.
Apoyo la cabeza en el descansa-brazos y entrecierro los ojos. La lluvia me arrulla, me siento algo adormilado. El sopor provoca que los músculos de mi brazo sean laxos por un momento y el libro está a punto de caer al suelo. Por la poca luz que llega al ventanal de la sala, puedo deducir que deben ser más de las siete.
El resplandor de un relámpago y el ruido del trueno que hace vibrar los cristales me hacen despertar por completo. Decido recorrer la cortina para ver la cochera de la casa con más claridad y me percato de que algo blanco flota en el charco que siempre se forma cerca del portón cuando llueve. Esa curiosidad que tal vez algún día termine por matarme, me hace levantar del sofá, subir el cierre de la chamarra, encender la luz de la cochera y recoger aquel objeto.
Es un pedazo de papel. Lo levanto y vuelvo al acogedor calor de la sala.
Lo que originalmente parecía ser un papel, resulta un sobre. Tiene algo escrito en tinta azul:
Sólo así me atrevo a decirte lo que siento, te quiero mucho y espero no te moleste recibir esta nota. Cuando la leas, sabrás quien soy...
El sobre no está sellado, así que desdoblo la punta triangular para ver de que se trata. Sin embargo, está vacío.
Sólo así me atrevo a decirte lo que siento, te quiero mucho y espero no te moleste recibir esta nota. Cuando la leas, sabrás quien soy...
El sobre no está sellado, así que desdoblo la punta triangular para ver de que se trata. Sin embargo, está vacío.
Pensando que es una mala broma, estoy a punto de maldecir, cuando volteo una vez más hacia la cochera y distingo otro papel ayudado por un nuevo relámpago. No entiendo como pudo salir del sobre.
El trueno hace retumbar la puerta mientras la abro una vez más. Recojo el papel, pero está completamente empapado, de tal manera que lo que había escrito en él resulta ininteligible.
El trueno hace retumbar la puerta mientras la abro una vez más. Recojo el papel, pero está completamente empapado, de tal manera que lo que había escrito en él resulta ininteligible.
Las preguntas vienen en tropel a mi cabeza mientras trato de dilucidar quien pudo mandarme ésta nota. Y al parecer, ahora nunca lo sabré.
Pudo haber sido una carta de amor, una despedida, una nota suicida o una amenaza de muerte. Lo único que puedo deducir, por la caligrafía del sobre, es que me la envío una mujer, pero ¿quién?
¿Quién necesita ocultarse bajo el anonimato de una nota para comunicarse conmigo? ¿Por qué esconde su rostro? ¿Pena, ira, miedo de mi? ¿Cómo saberlo? Me angustia no tener idea de quien la envía...
¿Y si eran las indicaciones para una cita con el amor que hace años dejé escapar? ¿Y si ha vuelto al pueblo?
Ahora nunca lo sabré...
Por favor, tú que dejaste esa nota aquí, en mi puerta, termina con ésta incertidumbre. Dime... ¿quién eres?
"soy tu conciencia" jajaja
ResponderEliminarno es cierto...
las notas son chidas y emocionantes justo como lo escribes.
¬¬
ResponderEliminarMi conciencia no escribe notas...
¿Tengo conciencia?
jajaja eres un inconciente
ResponderEliminarEstoy conciente de ser un inconciente, orgulloso de serlo...
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