domingo, 29 de septiembre de 2013

Amor Gitano



Todavía cuando la dejó en el edificio “B” de aquella unidad habitacional no llovía, sin embargo algunos relámpagos los iluminaban mientras iban en camino, ya ni siquiera la acompañó a su departamento en el último piso, estaba cansado, se despidió de ella - esta vez para siempre-,  quiso darle un tonto beso en los labios que ella alejó al momento con un casi inaudible “no”, quiso tomar sus manos entre las suyas y no fue posible.

Se fue de allí sin voltear, no fuera a ser que se convirtiera en estatua de sal, no ella sino él, ella ahora no importaba ya.

Estaba a kilómetros de su casa, era tarde y no tenía dinero para el taxi, lo había gastado todo en la cena con ella ¿Y para qué?

Comenzó a llover, no tenía impermeable, no tenía paraguas, pero a pesar de su tristeza la lluvia lo alegraba.

Un vago se le acercó a pedirle un peso, se buscó en el bolsillo y se dio cuenta que era lo único que traía, se lo dio al vago y éste le sonrió con los dos únicos dientes amarillos y horribles que conservaba, pensó que de alguna manera ambos se habían dado lo único que tenían, cuando volvió a ver al vago había desaparecido en la oscuridad de la noche.

Luego de algunas horas llegó a su casa, estaba mojado y frío, la tristeza le volvió de nuevo, entre más cálido el momento mayor era la tristeza y no supo por qué.

Encendió la radio y una canción le llamó la atención, pero sobre todo en la parte que dice:

“Toma este puñal, ábreme las venas,
Quiero desangrarme hasta que me muera,
No quiero la vida si he de verte ajena,
Pues sin tu cariño no vale la pena”.

Entonces tuvo una reflexión que ni el más picudo filósofo se hubiera imaginado  “¿Y si me hago una chaqueta? “.

Después vino a su mente todo aquello que le habían dicho acerca que jaloneársela estaba mal, que le iba a salir un pelo en la mano, que se iba a ir al infierno, que se iba a quedar chaparro, ciego, sordo, mudo, en fin; sacó una porno de los ochentas porque estaba convencido que las vaginas con pelos son las más realistas y la miró completa pero no se masturbó, que fuera cierto o no, esas cosas tienen mucho sentido, al terminar la película se quedó dormido.

El sol de domingo lo despertó y se acordó de la mujer aquella, tomó el teléfono y llamó a sus amigos para que lo invitaran a comer birria en el mercado y así fue, todos se cooperaron para alivianar a su amigo y hacerle más llevadera su pérdida, charlaron, bebieron y se rieron de la señora de las tortillas porque estaba bizquita.

Al final del día entendió varias cosas: Que siempre habrá alguien que te dé lo único que tiene, que tus verdaderos amigos se cooperarán para ayudarte , que eran mejor las porno de los ochentas y que siempre la vida valdrá la pena.

Y bueno… Tal vez se pregunten. ¿Y qué pasó con la chica?

Temo que no le fue muy bien, según he sabido yo(a él ya no le importó saber nada de ella), vive con un gordo policía corrupto que le pone una paliza todos los viernes por la noche delante de sus amigos gordos policías corruptos.


FIN



domingo, 22 de septiembre de 2013

Estoy harto




Todos tenemos un límite y todo parece indicar que yo he llegado al mío. Esta fue la gota que derramó el vaso.

Todo comenzó desde que era muy pequeño. Y es que haber nacido hermoso tuvo sus ventajas al principio, cuando las amigas de mi abuela hacían fila en la reja de acceso a nuestra casa para que yo figurara como el actor principal en las representaciones navideñas. Fui un niño Dios muy solicitado, pero sobre todo, disciplinado: no lloré una sola vez durante esos tres años en que mi familia me alquilaba  para los nacimientos

Más grandecito fui requerido como el rostro infantil para la publicidad de una conocida marca de comida para bebés y en esa época, di mis primeros autógrafos (como no sabía escribir mi nombre, me pidieron que dibujara bolitas y palitos con mi crayón. Pan comido).

Para la secundaria, aprendí a sacarle provecho a mi varonil belleza y tuve siempre listas y a tiempo las tareas -hechas por manos femeninas y, en contadas ocasiones, también por afeminadas.

Poco después comenzaron las verdaderas complicaciones. Uno no puede tener un rato de soledad, porque siempre hay chicas queriendo abrazar, tomar de la mano o incluso, dar un pellizco. Eso sí, lanzando por delante la pregunta:

¿Esos bíceps son de verdad, papi?


En varias ocasiones he llegado a preguntarme si es ésto una maldición que debo sufrir de por vida. He de confesar que realmente resulta incómodo -muy incómodo- el no poder caminar libremente por las calles de la ciudad sin que un puñado de mujeres me aborde y me pidan que me case con ellas, una noche de sexo -que les haga un hijo, dicen- o que les permita al menos probar un beso de mis sensuales labios.

Yo no elegí nacer hermoso, es la verdad. Mi físico apolíneo, el perfil griego, la voz potente y grave, los ojos claros y mi aspecto mediterráneo, son simplemente regalos de la naturaleza que fue pródiga conmigo. No es mi culpa ser tan perfecto. Sin embargo, lo de hace un rato,  raya en lo intolerable.

Y es que Yadira, la chica de recursos humanos, después de la entrevista y de recibir mis documentos (promedio de diez, desde la secundaria hasta terminar la Licenciatura en Administración de Empresas Turísticas), me dijo tan campante:

-Recibo tus papeles, pero no son tus dieces los que te dan el puesto, sino tu físico. En especial, tus nalgas tan redonditas...


Es todo. No lo soporto más. Estoy harto de que las mujeres solamente me consideren un objeto sexual. Yo también tengo sentimientos y he tomado una decisión: a partir de hoy me retiro del mundo y me recojo a una vida de celibato y austeridad. 

Me voy a un monasterio. He dicho.



Y al sonreír, satisfecho por mi decisión,  el microbús que pasa frente a la oficina deja oír desde su estéreo marca Mustang la voz de Rigo, cantando la canción que mejor describe mi terrible cruz y mi calvario.


"Perdóname mi amor por ser tan guapo, 
simplemente es un regalo celestial, 
¿qué quieres? Las mujeres me persiguen:
Me han convertido en su objeto sexual..."



domingo, 15 de septiembre de 2013

FILOSOFÍA PARA NIÑOS O GENTE SIN QUEHACER (PARTE II)



      En el capítulo anterior nuestra princesa se encontraba en la incertidumbre de si elegir entre realidad o ficción, pero una avecilla amiga suya le ayudó con el dilema. ¿Qué sucederá?


      El pozo dejó salir un resplandor desde el fondo que deslumbró a la princesa y no le permitió ver nada por algunos segundos, cuando por fin pudo ver era una tierra distinta; no había ningún castillo, en su lugar había una hacienda con cientos de peones en situaciones precarias; los animales huían en cuanto la veían y no hablaban; el pozo también estaba mudo.


      Su suegro ya no era rey, era un terrateniente acaudalado y codicioso, dueño de vidas y haciendas.

      ¿Qué hace aquí Blanquita? –Preguntó mientras le ponía la mano en el hombro. Pero el diminutivo de su nombre aunque parecía cariñoso escondía deseo que ella sintió al instante.

      Le quitó la mano de inmediato y preguntó por su esposo.


      Debe estar en la oficina llevando la contabilidad.


      No quiso ir a verlo hasta saber que sucedía. ¿Esto era la realidad? ¿Por qué nunca se sintió como algo imaginario?


      La habitación donde dormía aunque lujosa, no era lo acogedora como lo era la de su castillo, sintió ganas de llorar y lloró hasta que se quedó dormida.


      A su casa llegaron a buscar al latifundista esa noche 7 personajes diminutos en su especie que se hacían llamar enanos.


      Se sorprendió mucho de encontrar en lugar tan lejano y extraño un libro como el que tuvo alguna vez en su otra realidad y que tales hombres pequeños lo llevaran consigo.

enano, na. (Del lat. nanus, y este del gr. νᾶνος). adj. Diminuto en su especie. || 2. m. y f. Persona que padece enanismo. || 3. Persona de estatura muy baja. || 4. coloq. niño. || 5. m. Personaje fantástico, de figura humana y muy baja estatura, que aparece en cuentos infantiles o leyendas de tradición popular.
enanismo. m. Med. Trastorno del crecimiento, caracterizado por una talla muy inferior a la media de los individuos de la misma edad, especie y raza.



      La princesa se emocionó mucho cuando supo que eran personajes fantásticos con los que estaba hablando, tal vez sólo cambió de lugar y no de realidad y todo esto era un feo sueño. Aunque pudieran ser personas que padecen enanismo o simplemente personas de estatura muy baja, entonces pensó:

¿Los personajes de cuentos de baja estatura no padecen enanismo? ¿Por qué son considerados como si fueran diferentes? ¿Por ser fantásticos?


      Estaban muy molestos los bajitos porque el patrón les había quitado su mina con el pretexto de expropiar y le llevaban el diccionario para demostrarle que estaba equivocado:

expropiar. (De ex- y propio). tr. Dicho de la Administración: Privar a una persona de la titularidad de un bien o de un derecho, dándole a cambio una indemnización. Se efectúa por motivos de utilidad pública o interés social previstos en las leyes.


¿En cuáles leyes? –preguntó la princesa.


       Nadie lo sabía, sólo uno de ellos que había ido un semestre a la escuela de derecho dijo tímidamente: “En la Ley de Expropiación”


      ¿Y por qué no lo menciona el mamotreto? –Dijeron los 7 bajitos.

mamotreto. (Del lat. tardío mammothreptus, y este del gr. tardío μαμμόθρεπτος, literalmente, 'criado por su abuela', y de ahí, gordinflón, abultado, por la creencia popular de que las abuelas crían niños gordos). m. armatoste (ǁ objeto grande). || 2. coloq. Libro o legajo muy abultado, principalmente cuando es irregular y deforme.



      La princesa empezaba a sospechar que no se podía confiar en aquel librote. Incluso en esta realidad, no podía sacar de duda alguna, más bien llevaba a callejones de los que era difícil salir o algunas veces imposible.

      Pero por ahora no era el asunto a resolver.
      ¿Cómo voy a regresar? –pensaba.

      Le llamaba la atención que en los dos mundos fuera conocida. ¿Acaso era ella dos personas o todos somos dos personas viviendo en dimensiones paralelas, en tiempos y espacios paralelos? Todo lo anterior se lo preguntaba en voz alta.


      Una voz de hombre detrás de ella le preguntó:


      “¿Quieres saber la verdad?”


Una vez más la princesa no supo que decir, pero no hubo nadie que le aconsejara, no había libro ni ave, al fin con la única idea de que no había nada que perder dijo: “Sí”.

      La voz masculina habló:


“Espacio y tiempo, son la manera de la mente de representar las cosas, de ordenarlas. "Infinito" y "eternidad", por lo tanto, son dos conceptos que la mente nunca podrá comprender. Nunca podrá siquiera imaginarlos. ¿Cómo podría captarlos, si atentan, precisamente, contra su forma de captar las cosas? 

Con el espacio y el tiempo, la mente delimita, encuadra, pone principios y fines a los objetos. Como infinito y eternidad no poseen principio ni fin, la mente no puede con ellos. 

Sin embargo, infinito y eternidad tienen que existir forzosamente, según la propia lógica de la mente, porque el espacio y el tiempo no pueden terminar. 

Si el espacio terminara, digamos, en una pared, tendría que haber algo detrás de esa pared. Podría ser la nada, pero incluso la nada es algo. Algo que comienza detrás de esa pared y... ¿dónde termina? Y luego, si la nada terminara, volveríamos a empezar. ¿Qué hay más allá de donde termina la nada? Y así... 


Lo mismo sucede con el tiempo. Si el tiempo terminara en un determinado momento, ¿qué sucedería después de ese momento? ¿Nada? ¿Cuánto duraría esa nada? 


El recurso de "la nada" suele aparecer como una salida elegante en estas discusiones, pero está viciada del mismo problema que el infinito y la eternidad. La mente no puede comprender ni imaginar la nada; así que se trata, en realidad, de un paso en falso. 


La mente debería aceptar que si el infinito y la eternidad tienen que existir obligadamente, entonces tiene que existir obligadamente otro plano, sin espacio ni tiempo. 


Pero le resulta difícil a la mente reconocer algo así. Le resulta imposible, de hecho, porque su propio modo de operar se lo impide.


La dimensión sin espacio ni tiempo es una dimensión sin mente.


Es usual que la mente, acorralada ante lo que obviamente desborda sus capacidades, tienda a oponerse al alma, a negarla, o, peor aún, a enviarla al cajón del olvido o al baúl de la indiferencia. Frente a lo cual nosotros, ya que no podemos exigirle a la mente que comprenda, de manera racional, que existe el alma, al menos deberíamos pedirle que… “




La princesa despertó de pronto y se dio cuenta de que era un sueño, todo, los enanos, el diccionario, la voz, el príncipe, el castillo; estaba en su departamento y no era princesa, su vecino escuchaba la canción de Bob Dylan "Los Tiempos están Cambiando" justo cuando dice aquello de: “No critiques lo que no puedes entender.”




      -Maldita filosofía ¿otra vez?



FIN

domingo, 8 de septiembre de 2013

FILOSOFÍA PARA NIÑOS O GENTE SIN QUEHACER



      Muy de mañana despertó la princesa después de la noche de bodas, ya casados por fin el príncipe y la princesa consumaron el matrimonio.

consumar. (Del lat. consummāre). tr. Llevar a cabo totalmente algo
Dicho de los legítimamente casados: Realizar el primer acto en que se pagan el débito conyugal. Consumar el matrimonio.


      Y vaya que era un caballero el príncipe que no exigió tal pago por adelantado.


      La luz del sol entró por la ventana y los dos se miraron complacidos.


      Buenos días -se dijeron ambos al mismo tiempo dándose después un tierno beso.


      El príncipe se levantó del lecho nupcial y se vistió con la única ropa que tenía aunque su padre era dueño y señor de más de diez mil vasallos sin contar a la servidumbre del castillo. La princesa haría lo mismo (con su ropa de ella, claro).


      ¿A dónde vas? –preguntó la princesa con esa mirada dulce e inocente que tanto le gustaba a él.


      Voy a cazar a un dragón o a un ogro o a un fauno o sátiro o algo –contestó el príncipe como los señores que se van a trabajar.


      ¿Qué son ésos? – preguntó ella.
El príncipe sacó un enorme y viejo libro para ilustrar a la perdida princesa y leyó:


dragón. (Del lat. draco, -ōnis, y este del gr. δράκων). m. Animal fabuloso al que se atribuye forma de serpiente muy corpulenta, con pies y alas, y de extraña fiereza y voracidad.
ogro. (Del fr. ogre). m. Gigante que, según las mitologías y consejas de los pueblos del norte de Europa, se alimentaba de carne humana.
fauno. (Del lat. faunus). m. Mit. Semidiós de los campos y selvas.
sátiro, ra. (Del lat. saty̆rus, y este del gr. σάτυρος) En la mitología grecorromana, divinidad campestre y lasciva, con figura de hombre barbado, patas y orejas cabrunas y cola de caballo o de chivo.


La princesa escuchó con mucha atención a su amado y sabio esposo pero le surgieron unas dudas de lo que decía ese gran libro.
Acerca del dragón preguntó: “¿Qué tan corpulenta? ¿Cómo tu tía o más? ¿El dragón tiene pies y no garras? ¿Cuántos pies tiene, 2 ó 100 ó 1000? y ¿Alas, cuántas tiene? Ahora que recuerdo, el dragón lanza fuego por la boca. ¿Por qué no lo menciona?”.
Con el ogro le llamó la atención que hablaran de él en pasado como si se hubiera extinguido y del dragón como si todavía existiera. Y preguntó: Ahí dice que el ogro “se alimentaba” y del dragón “se le atribuye” ¿Ya no hay ogros?”
Con el fauno sólo le quedó la duda de si fauno o faunos: “¿Y por qué dice semidiós? ¿Sólo hay uno? ¿No debería decir “semidioses”?
Del sátiro quedó aún más confundida: “¿Y por qué sátiro, ra si dice que es hombre? ¿Hay sátiras con barba?”


¿Qué es divinidad y lasciva? -preguntó la princesa.


De nuevo utilizó el librote:


divinidad. (Del lat. divinĭtas, -ātis). f. Naturaleza divina y esencia del ser de Dios en cuanto Dios. || 2. deidad. || 3. Persona o cosa dotada de gran beldad, hermosura, preciosidad.
divino, na. (Del lat. divīnus). adj. Perteneciente o relativo a Dios. || 2. Perteneciente o relativo a los dioses a que dan culto las diversas religiones.
lascivo, va. (Del lat. lascīvus). adj. Perteneciente o relativo a la lascivia. || 2. Que tiene este vicio. U. t. c. s.
lascivia. (Del lat. lascivĭa). f. Propensión a los deleites carnales. || 2. ant. Apetito inmoderado de algo.


¿Te parece dotado de beldad, hermosura y preciosidad un hombre barbado, con patas y orejas cabrunas y cola de caballo o de chivo y además lascivo?
¿Piensas matar algo que tiene la esencia de Dios en cuanto Dios? ¿A una deidad? ¿Que al escribirlo con mayúscula sea perteneciente al Dios católico y no a los otros dioses de diversas religiones?
¿Apetito inmoderado de algo? ¿Te parece lascivo mi apetito de saber o de ayudar a los demás? O en todo caso si ya es anticuado el significado ¿Por qué aún lo utilizan?


      Haces muchas preguntas princesita, así dice el diccionario, yo no lo escribí.
-dijo el príncipe un poco nervioso.


      Se quedó sola la princesa en el castillo y el príncipe salió a cazar animales mitológicos que tal vez ya no existían.


      Como no tenía nada que hacer la princesa, salió al patio a hablar con los animalitos que se reunían con ella cerca del pozo de los deseos, charló un poco con un pajarillo amigo suyo y le platicó lo sucedido esa mañana, el ave le dijo: “pío, pío,” (si quieres saber la verdad, pídele al pozo de los deseos que te la dé).

      Sin pensarlo dos veces, la princesa pidió al pozo saber la verdad. Lanzó el cubo para sacar el agua y dentro venía una piedra plana que decía: “REALIDAD O FICCION”, en medio una flecha que parecía ser un indicador.
¿Qué eliges? – le preguntó el pozo.


      La princesa no estaba tan segura así que consultó de nuevo el libro grande y pesado de su esposo y leyó:
realidad. f. Existencia real y efectiva de algo. || 2. Verdad, lo que ocurre verdaderamente. || 3. Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.
ficción. (Del lat. fictĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de fingir. || 2. Invención, cosa fingida. || 3. Clase de obras literarias o cinematográficas, generalmente narrativas, que tratan de sucesos y personajes imaginarios.


      Ella sentía que su existencia era real y efectiva, estaba allí hablando con su amiga ave y con un pozo mágico lo cual tenía un valor práctico, por otro lado su esposo le había dicho que había estado fantástica en la cama, que estaba en contraposición con lo real, el orgasmo de aquella noche no era fingido y todo lo que allí había no era imaginario porque podía tocarlo, verlo, olerlo y escucharlo además. No entendió nada.


      “pipiripipí” (la realidad supera la ficción). - dijo el avecilla muy emocionada.


      Si lo que vivía era una ficción la realidad la superaría, lo que quería decir que si ahora era feliz, lo sería más en la realidad, por otro lado pensó que si era realidad no pasaría nada porque ya la estaba viviendo, así que eligió “REALIDAD”.





No se pierda el siguiente capítulo de esta lexicograficómica aventura titulada “la académica” próximamente por este mismo blog.



domingo, 1 de septiembre de 2013

Deja vu



Hace un rato que me observa sin decir palabra. Tiene esa mirada que tanto asusta a cualquier hombre: amor entregado y sin reservas. Sonríe. 

Me levanto a cerrar la ventana. La última corriente de aire me había generado un escalofrío. Regreso al love-seat color chocolate y ella no pierde tiempo para recostarse sobre mis piernas. Cruzo la izquierda sobre la derecha para permitir que encuentre posición más cómoda para su cabeza. Vuelve a sonreír como una chiquilla. Yo acaricio su mejilla con el dorso de los dedos de mi mano derecha. Ella me deja hacer sin restricción alguna. Suspira.

Yo no digo nada, no es necesario. A ella le basta mi presencia para sentirse contenta. Al menos eso es lo que me ha dicho. Paseo la mirada por los muros color perla de la habitación. Detengo la vista al llegar al reloj colgado de la pared principal. Pronto darán las ocho de la noche.

-¿Tienes algo qué hacer?

Le escucho decir allá abajo, recostada en mi pierna. Volteo lentamente y sonrío para ella.

-No, ¿por qué?

Siempre he sido un hombre de pocas palabras. A veces son un lujo innecesario.

-Me dio esa impresión.

Le beso en los labios para que deje de preguntar. Da resultado.

-Te quiero mucho -me dice, mientras pasa los dedos de su mano izquierda por mi cabello, mirándome intensamente.

Estoy a punto de contestarle cuando suena mi celular. Un mensaje. No es necesario que lo vea y decido no hacerlo. Ya lo leeré cuando llegue a casa.

-¿Es la otra?

La pregunta me saca de balance por un momento, pero contesto con la calma del que está acostumbrado a mentir. 

-No. Seguramente es un aviso de la compañía telefónica.

La beso una vez más y mientras lo hago, no  puedo dejar de pensar en la extraña coincidencia de que las tres me hayan preguntado lo mismo esta semana.