domingo, 22 de septiembre de 2013

Estoy harto




Todos tenemos un límite y todo parece indicar que yo he llegado al mío. Esta fue la gota que derramó el vaso.

Todo comenzó desde que era muy pequeño. Y es que haber nacido hermoso tuvo sus ventajas al principio, cuando las amigas de mi abuela hacían fila en la reja de acceso a nuestra casa para que yo figurara como el actor principal en las representaciones navideñas. Fui un niño Dios muy solicitado, pero sobre todo, disciplinado: no lloré una sola vez durante esos tres años en que mi familia me alquilaba  para los nacimientos

Más grandecito fui requerido como el rostro infantil para la publicidad de una conocida marca de comida para bebés y en esa época, di mis primeros autógrafos (como no sabía escribir mi nombre, me pidieron que dibujara bolitas y palitos con mi crayón. Pan comido).

Para la secundaria, aprendí a sacarle provecho a mi varonil belleza y tuve siempre listas y a tiempo las tareas -hechas por manos femeninas y, en contadas ocasiones, también por afeminadas.

Poco después comenzaron las verdaderas complicaciones. Uno no puede tener un rato de soledad, porque siempre hay chicas queriendo abrazar, tomar de la mano o incluso, dar un pellizco. Eso sí, lanzando por delante la pregunta:

¿Esos bíceps son de verdad, papi?


En varias ocasiones he llegado a preguntarme si es ésto una maldición que debo sufrir de por vida. He de confesar que realmente resulta incómodo -muy incómodo- el no poder caminar libremente por las calles de la ciudad sin que un puñado de mujeres me aborde y me pidan que me case con ellas, una noche de sexo -que les haga un hijo, dicen- o que les permita al menos probar un beso de mis sensuales labios.

Yo no elegí nacer hermoso, es la verdad. Mi físico apolíneo, el perfil griego, la voz potente y grave, los ojos claros y mi aspecto mediterráneo, son simplemente regalos de la naturaleza que fue pródiga conmigo. No es mi culpa ser tan perfecto. Sin embargo, lo de hace un rato,  raya en lo intolerable.

Y es que Yadira, la chica de recursos humanos, después de la entrevista y de recibir mis documentos (promedio de diez, desde la secundaria hasta terminar la Licenciatura en Administración de Empresas Turísticas), me dijo tan campante:

-Recibo tus papeles, pero no son tus dieces los que te dan el puesto, sino tu físico. En especial, tus nalgas tan redonditas...


Es todo. No lo soporto más. Estoy harto de que las mujeres solamente me consideren un objeto sexual. Yo también tengo sentimientos y he tomado una decisión: a partir de hoy me retiro del mundo y me recojo a una vida de celibato y austeridad. 

Me voy a un monasterio. He dicho.



Y al sonreír, satisfecho por mi decisión,  el microbús que pasa frente a la oficina deja oír desde su estéreo marca Mustang la voz de Rigo, cantando la canción que mejor describe mi terrible cruz y mi calvario.


"Perdóname mi amor por ser tan guapo, 
simplemente es un regalo celestial, 
¿qué quieres? Las mujeres me persiguen:
Me han convertido en su objeto sexual..."



5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Yo sé que tú entiendes mi sufrimiento, pues también lo padeces. Deberíamos promover la creación de una ONG sin FL con un título apropiado. Algo así como "Hermosos Emancipados"

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  2. muy bien... jejeje eso pasa con los guapos... pero de que planeta es? te falta poner eso

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  3. Pero el bebé de comida para charKus era niña. :O

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  4. Los guapos le sacamos provecho a nuestro físico, y muy buen provecho, jamás he renegado de mi guapura, ni lo he lamentado, jamás.

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