Es la última escena de una de mis películas favoritas. Lester -interpretado magistralmente por Kevin Spacey- es cuestionado por una sensual Lolita -en la piel de Mena Suvari- acerca de cómo se siente en ese justo momento. Su respuesta, después de pensarlo durante unos cuantos segundos es "Me siento muy bien" -I feel great-. Es el momento en que el personaje se da cuenta de que ha comenzado a vivir y por primera vez en la película adquiere consciencia acerca de lo feliz que se siente con las decisiones que ha tomado y que lo han llevado al lugar que ocupa en esta última toma.
Justo unos momentos antes ha rechazado algo que ha deseado durante toda la cinta y al hacerlo reconoce que, a pesar de lo que pudieran decir los demás, él es -sigue siendo- una buena persona. Es aquí que suena una detonación de arma de fuego y aparece una salpicadura de sangre sobre los azulejos de la pared de la cocina. Algo totalmente injusto a los ojos del espectador, ya que a lo largo de la película el personaje de Spacey se ha ganado el cariño del público y decididamente, no se lo merecía.
La muerte como consecuencia a la bondad, sin embargo, no es algo nuevo para mí.
Cuando estaba en los primeros semestres del bachillerato sobresalía uno de mis compañeros por su carácter afectuoso, su optimismo, su alegría por la vida y porque siempre ayudaba a todo aquel que lo necesitara. Pueden imaginar la sorpresa de los compañeros la mañana que llegamos y no le encontramos más. Accidente. Atropellamiento justo afuera de la escuela.
Años más tarde, un pintoresco personaje, buen marido, buen padre, sin vicios... enfermedad terminal. Y hace poco, un estudiante dedicado, hijo cariñoso, novio fiel, trabajador responsable, ejemplo y apoyo para todos sus compañeros.
Me llaman poderosamente la atención comentarios como ya ves, se mueren los buenos, se quedan los malos, precisamente porque es cierto. Es por eso que no puedo darme el lujo de ser bueno: estoy convencido de que la bondad me garantiza una muerte prematura y yo quiero vivir.
Y si para eso tengo que ser malo, lo seré, pondré en ello todo mi empeño y disfrutaré vivir de esa manera.
Si alguien en la vida es buen amigo, buena persona y buen escritor eres tú.
ResponderEliminarMe parece que estás condenado.
Aunque de vez en cuando avienta a alguien por las escaleras.
Augusto.
Tu comentario me demuestra que entiendes cabalmente la intención de lo escrito líneas arriba: es una mera cuestión de mantener el equilibrio universal...
EliminarRegresando a lo sucedido a esa chica en las escaleras, quiero insistir en que se trató de un accidente... las tres veces.
Jaja accidente
ResponderEliminarBien o mal da igual he aprendido a vivir con los dos y los dos me han dado tantas cosas pero la maldad me queda mejor
Sweety