domingo, 28 de julio de 2013

El cantante de bar





Hay poca gente. Lo cual me extraña, dada la obsesiva manía del vocalista por publicar absolutamente todo lo que hace, hizo o hará a través de sus estados de facebook. Al menos no le toma fotografías a lo que va a comer para compartirlo con el mundo, como algunos enfermos acostumbran.

Hace años que lo conozco. Sé de su excelente calidad vocal.  Pero no me lo imagino en esta  nueva faceta, ahora como cantante de rock ¿quién lo diría? Lo cierto es que tengo mucha curiosidad.

Mis amigos y yo tomamos lugar cerca del escenario y sin perder tiempo ordenamos las primeras cervezas de la noche. Están quemadas  y tibias pero poco nos importa: el objetivo es divertirnos y lo haremos a cualquier costo, sin duda.

Todos los que estamos sentados alrededor de esta pequeña mesa de madera conocemos al baterista, quien se coloca detrás de su instrumento, nos saluda con una inclinación de cabeza y, con las baquetas, marca la entrada para la primer canción. Una interpretación bastante decente, aunque se nota que el vocalista no parla el idioma de los gringos y termina washawasheando  una de mis rolas favoritas: Have you ever seen the rain de los Creedence.

Es lo último decente que les escucho esa noche. A mi parecer, el resto de sus interpretaciones se va cuesta abajo a partir de la segunda canción. Y no me refiero a la banda en general (que suena bastante bien) sino al tipo que esta noche finge como la voz líder: todo está en un nivel aceptable, menos el vocalista. Lo gracioso es que el único que parece no darse cuenta, es él.

Acepto que yo no conozco mucho de música, pero mi sentido común me dice que le falta la potencia de un rocker. Pretende tener la actitud, pero se queda solo en eso: en un fallido intento. Lo peor es cuando parece  autoproclanarse showman para prender al público entre canción y canción.

En algún momento -especialmente en la época estudiantil- todos hemos conocido a un tipo que tiene gracia para hacer bromas, chistes e incluso, para decir palabras altisonantes (antisonantes, dicen algunos iluminados). Pero él no. Es malísimo. Cada que intenta hacer una intervención graciosa es una nueva catástrofe y no comprendo porqué soy yo el que se hunde más en el sillón. Me imagino que esto es a lo que llaman pena ajena. 

Hago un gran esfuerzo por no comentar lo repulsivo que me está resultando oír al mequetrefe, cuando la chica morena y chaparrita, de labios carnosos y ojos increíbles que está sentada a mi derecha, lo describe de una manera abrumadoramente acertada: hay gente que dice caca y te ríes, hay otros que dicen caca y huele... Y luego está este pendejo.

Imposible no estallar en una sonora carcajada que hace voltear hacia nosotros a más de uno. 

Y luego, cuando parece que no se puede llegar a un nivel más bajo, sucede lo inesperado. Identifico los acordes que toca la banda. Molotov, inconfundible. Una de sus rolas más difundidas. Y cuando comienza el vocalista, mi expresión (una combinación, de asombro, desesperación, asco y desesperanza), no me permite cerrar la boca: Asesinada. La canción ha sido asesinada. Acuchillada catorce veces por la espalda, pateada en las costillas, después vuelta a asesinar y luego tirada a la basura. No se parece en nada al original. Estoy seguro que si los Molotovs lo escucharan, le romperían -al unísono- los instrumentos en la cabeza...

Mi mano temblorosa, buscando un escape,  rebusca en el hielo de la cubeta de cervezas. Mis amigos se dan cuenta de mi desesperación y me indican con una seña que se acabaron

Pues a pedir más -decido-. De alguna manera necesito evadirme de esta realidad y qué mejor que atarantar al cerebro con alcohol, para no soportar más de esto. 

Agua de las verdes matas, tú que tumbas, tú que matas, tú, que desde tiempos inmemoriales logras hacer que, estúpidamente briagos, vuelvan a andar a gatas (y a algunas otras, hasta levantar las patas), concédeme que después de beber tu refrescante néctar pueda olvidar el sacrilegio que acaba de cometer ese papanatas... ¡Amén!

Digo... ¡Salud!

domingo, 14 de julio de 2013

¿Dónde estás?

-Hola, ¿cómo estás? Extraño leerte...



Te busco con la mirada y no te encuentro. Abro la ventana y escucho el trino de las aves, pero la ausencia de tu voz produce un hueco en la sinfonía. ¿Por qué desapareces sin dejar rastro? ¿Por qué te alejas sin dejar una prenda impregnada de tu perfume que alimente mi fetichismo, mi sed de ti, mi lascivia de de tus besos?

Dame una señal que indique tu presencia, que me haga creer que tus alas no se han abierto con rumbo distante y desconocido.

Quiero sentirte, mirarme en tus ojos y besar -contra todo- tus labios delgados, tus labios ausentes, casi imaginarios: labios que no me pertenecen...