sábado, 19 de enero de 2019

Hoja 2



SOLSTICIO




El frío es una certeza que entra por la ventana. Es ella la primera en acudir. Volvemos al asunto de la memoria, de su memoria. Sabe de los besos, pero no los recuerda. Asumo que yo mismo me estoy convirtiendo en algo similar a ella o que quizá siempre he sido así y no había querido aceptarlo. Hace exactamente una semana que le abrazaba.

Suena el teléfono. Es ella. Quiere que recuerde esa noche. Vuelven a mí las imágenes, mas no las de la pasión, sino las del remanso, cuando le abrazo de otra manera que, a pesar de todo, también le hace sentir cuánto me pertenece. El contraste de temperaturas entre dos cuerpos desnudos que se reconocen. Sus tetas de mujer de cuarenta y tantos se diluyen entre mis manos, resbalando inevitablemente hacia sábanas manchadas de mil besos que pinté en su espalda. Ambos, tan distantes, tan presentes… Ella, en su lado del mundo, espera a que se caliente su té, y yo, en la ciudad de piedra, me dispongo a sumergirme en una rutina que me rescate de la otra, que me salve de lo que soy, de lo que siempre he sido. 

Colgamos.

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