jueves, 21 de octubre de 2010

Ella y Él


Él miró a través de la ventana. La cortina estaba corrida y, desde esa posición, pudo mirar la luna llena. Las noches en la ciudad son mezquinas de estrellas, no se pueden ver muchas. Aún así, los cúmulos de nubes a la izquierda de Selene contrastaban de manera maravillosa con el oscuro manto donde se presentaba Venus como única comparsa, dando la impresión de un cielo dividido a la mitad. Luz y sombra. Claridad y oscuridad. Hermosa noche de un Sábado de Octubre.

Ella, sentada  a su lado sintió algo de frío y se acurrucó junto a su pecho. Escuchó los fuertes latidos y cerró los ojos, mientras ajustaba su respiración al ritmo que marcaba el músculo cardiaco.

Él tenía apretada la quijada y ella sintió la tensión en el ambiente, así que se aventuró a preguntar:


-¿Qué sucede?


A él le gustaba la forma en que ella preguntaba las cosas. Jamás decía ¿qué te pasa? ni ¿estás bien? Por el contrario, el ¿qué sucede? era su sello característico, su marca registrada. Más aún, la dulce entonación que vibraba en las cuerdas de la garganta adolescente al hacer esa pregunta, era música para sus oídos.

Él no sabía mentir y dejó que su boca hablara lo primero que le vino a la mente. Es decir, la verdad.



-Tengo miedo de lastimarte, de comenzar juntos algo en serio, de hacerte daño con este incipiente cariño. Miedo de que esta noche de luna se vuelva memorable y que cuando el cuento termine, sigas asociando a la luna conmigo, provocando que después, en cada ocasión que voltees hacia el cielo en noches como ésta, derrames una, cien o mil lágrimas por mi. No quiero que mi recuerdo, cuando ya no esté a tu lado, te haga sufrir.



Ella no dijo nada. Recordó el momento exacto cuando vio por primera vez su reflejo en aquellos ojos negros. Cuando aspiró el perfume de la piel morisca en en aquél cuello varonil, la ocasión en que le tomó la mano por vez primera mientras ambos hojeaban un libro de Alan Poe. Recordó también que ella ya había decidido amarle, sin cortapisas, sin condiciones... consciente de que, definitivamente, el  sufrimiento y el llanto eran posibilidades latentes. Pero así es el amor... 

Con una sonrisa en los labios, le dijo:


-Piensas demasiado...


Y le hizo callar con un beso.





2 comentarios:

  1. Tienes razón Seleno ;)
    Has visto la luna desde la mitad del espejo de los dioses? Es doblemente hermosa

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  2. La he visto desde la ventana de una cabaña situada en lo alto de una isla, reflejándose en el lago, mietras yo tomaba mi guitarra por la cintura...

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