sábado, 19 de febrero de 2011

Adán y Eva


Hacía frío. Era ese momento de la mañana cuando la transición entre la noche y el día hace descender la temperatura. Adán despertó.

Eva dormía a su lado, sus pequeños senos desnudos se mecían al compás de su respiración. Adán sonrió ante la contemplación de esa imagen, de ese mar en calma. Pensó en cómo era posible que la tormenta que vivía en el corazón de su compañera le permitiera ser tan apacible y dulce en ese momento. Los labios entreabiertos y el largo cabello despeinado le daban un aspecto salvajemente tierno. Adán estaba sorprendido y maravillado y volvio a sonreir. 

Toda ella era absolutamente contradictoria. Ella. Eva...





ADÁN Y EVA* (Fragmento)



I

-Estábamos en el paraíso. En el paraíso no ocurre nunca nada. No nos conocíamos. Eva, levántate.
-Tengo amor, sueño, hambre. ¿Amaneció?
-Es de día, pero aún hay estrellas. El sol viene de lejos hacia nosotros y empiezan a galopar los árboles. Escucha.
-Yo quiero morder tu quijada.Ven. Estoy desnuda, macerada, y huelo a ti.

Adán fue hacia ella y la tomó. Y parecía que los dos se habían metido en un río muy ancho, y que jugaban con el agua hasta el cuello, y reían, mientras pequeños peces equivocados les mordían las piernas.



IV

Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las  hembras son  más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?
Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquila y tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas. ¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra siempre es más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.



VII

-¿Qué es el canto de los pájaros Adán?
-Son los pájaros mismos que se hacen aire. Cantar es derramarse en gotas de aire, en hilos de aire, temblar.
-Entonces los pájaros están maduros y se les cae la garganta en hojas, y sus hojas son suaves, penetrantes, a veces rápidas. ¿Por qué?, ¿por qué no estoy madura yo?
-Cuando estés madura te vas a desprender de ti misma, y lo que seas de fruta se alegrará, y lo que seas de rama quedará temblando. Entonces lo sabrás. El sol no te ha penetrado como al día, estás amaneciendo.
-Yo quiero cantar. Tengo un aire apretado, un aire de pájaro y de mi. Yo voy a cantar.
-Tú estás cantando siempre sin darte cuenta. Eres igual que el agua. Tampoco las piedras se dan cuenta, y su cal silenciosa se reúne y canta silenciosamente.






*Jaime Sabines (1952)

7 comentarios:

  1. La más preguntona en este caso (y en los otros) es Eva, mi querida Anita.

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  2. ¿Segura?

    Porque yo leo que ella es la primera que pregunta algo.

    Pero la perdonamos. Por eso y por hacer que nos expulsaran del paraíso ;)


    Mujeres...

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  3. No fue culpa de ella sino del Adán que no es responsable de sus acciones, y además ¿quién está pidiendo perdón?

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  4. Eso solo muestra nuestra beatífica benevolencia: perdonamos aunque no lo pidan...


    ¡Arriba los hombres chingá!

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  5. y por eso les parten seguido su mandarina en gajos

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